Cultura

Daniel Giménez Cacho: “Quisimos subirle el volumen a 'La señorita Julia' de Strindberg”

El actor estrena como director su visión de La señorita Julia.

Daniel Giménez Cacho estrena como director su visión de La señorita Julia con la Compañía Nacional de Teatro (CNT), una apuesta “espiritual”, contemporánea y ambientada en México de la tragedia de August Strindberg, en la que el suicidio de la protagonista es “liberación” y la mujer ya no es víctima.

“En síntesis, con Juan y Julia nunca supieron cómo quisimos subirle el volumen a la obra de Strindberg; es una versión contemporánea de La señorita Julia, definitivamente tiene su influencia, se mantiene la anécdota, pero agregamos más cosas que nos parecen que hoy siguen ahí después de 130 años de que se escribió la obra; problemas que siguen creciendo: racismo, clasismo, lucha de género”, explica en entrevista con MILENIO Giménez Cacho sobre su primer montaje como director con la CNT.

Daniel Giménez Cacho, cuya anterior puesta en escena como director fue El hijo de puta del sombrero, de Stephen Adly Guirgis, confiesa que es su primer montaje de una obra de Strindberg. Y a la pregunta de si le hubiese gustado encarnar como actor a Juan, contesta que “es más interesante Julia”.

La revisitación del clásico del dramaturgo sueco a cargo de Juan Carlos Franco se estrena este jueves 30 de mayo en la sala Héctor Mendoza de la sede de la compañía (Francisco Sosa 169, Coyoacán), a la que se sumó en junio de 2023 el protagonista de Bardo como actor de número en el elenco estable.

El elenco de Juan y Julia nunca supieron cómo está integrado por Cecilia Ramírez Romo (Julia) y Alan Uribe Villarruel (Juan) y Nara Pech (Cristina).

La anécdota de este drama en un acto, que en la obra de Strindberg ocurre en la noche de San Juan (24 de junio), la señorita Julia, hija de un conde, baja a la cocina, donde se encuentran la pareja de la cocinera Cristina y el criado Juan, quien logra seducir a la joven, a pesar de sus diferencias sociales.

Daniel Giménez Cacho estrena como director de teatro en la CNT
Daniel Giménez Cacho | Octavio Hoyos


Julia se siente no querida. El único ser vivo que la ha querido, dice, es su halcón. Está completamente desligada de las personas, nunca ha podido con el papá, ni con la mamá. Sí está en una situación de poder (frente al criado Juan) pero está completamente rota. Está esperando que el encuentro con el criado le dé eso, pero no se lo da. Entonces, ese también es el camino que nosotros planteamos. Se le van cerrando las puertas, digamos que entonces su única opción es unirse con el poder superior o algo así”, comenta el director a propósito de su reinterpretación del desenlace trágico.

La pieza tendrá funciones de jueves a domingo hasta el 23 de junio, y curiosamente termina temporada la víspera de la Noche de San Juan europea —carnavalesca, de liberación de los sentidos y prejuicios, de romper barreras y reglas sociales—, en que se ambienta la obra de Strindberg y que Giménez Cacho reconoce que dejó fuera del montaje por no encontrar un referente en un contexto mexicano, por lo que la acción en Juan y Julia nunca supieron cómo se desarrolla durante las celebraciones del Año Nuevo.

“Creamos en un diseño sonoro una realidad afuera de la fiesta, que a veces se mete, sale, que también representa el ojo de la sociedad, cómo somos vistos, la presión social que tenemos, que condiciona todos nuestros actos, que nos juzga, que nos cataloga y pone etiquetas, toda esa mirada está muy presente. Como tal no encontramos nada parecido a la Noche de San Juan, tenemos otra cultura”, dijo.

¿Se le puede subir más el volumen a Strindberg?

Sí. Si tú conservas mucho el lenguaje de esa época y la forma la obra se vuelve un poquito más convencional; nosotros le agregamos un poco de la discusión de hoy sobre raza, clase, de esas luchas.

La obra original parece ya estar ambientada en México.

Es lo que lo hace un escritor tan genial. Sí, hay modismos, una manera de hablar, hay códigos culturales que ya no son tan vigentes. Pero sigue resonando. Tuvimos mucha discusión sobre el tema de si acostarse con el criado, significa un desprecio social; nos decíamos que eso ya no ocurre hoy en día; luego, decíamos que sí, depende dónde. Hay un México donde sigue siendo un tema. O si una mujer se acuesta con alguien y no se casa, y queda embarazada, es expulsada de la sociedad.

Concluimos que esto del honor mancillado sigue siendo un tema, pero lo enriquecimos con una cosa más interior, espiritual, de que el fracaso que significa acostarse con el criado, no es nada más meterse con él por un asunto de clase, sino un fracaso personal íntimo. El primer encuentro de Julia con el sexo se vuelve una cosa de abuso. La posibilidad de enamorarse, de hacer contacto con alguien, está completamente rota. Ese es el fracaso que a nosotros nos importa: más interno, más personal; sí, también qué va a decir el papá, sí, pero sobre todo lo estamos llevando al fracaso de ella.

¿Qué nos dice a los mexicanos Juan y Julia nunca supieron cómo?

Mucho, mucho. Hay muchos tipos de lucha, tipos de feminismos, de expresiones de la lucha de clases. En Juan vemos a una persona que está luchando, pero que en realidad no está pensando en transformar nada. Lo que él quiere es ser patrón; trae todo su conflicto así que en realidad no hay ninguna lucha contra el sistema. La lucha de Julia es mucho más profunda, porque lo que está buscando es una cosa más espiritual, de hacer contacto: amar y ser amado. Y Cristina está en una cosa muy peculiar de aceptación de las cosas como son, pero mantiene un lugar propio y digno ahí. Ella está más en contacto con su corazón. Juan y Julia están en un asunto más mental y de ego, mientras que ella es una mujer aterrizada, en contacto con la tierra y el corazón, y dentro de ese espacio tiene un lugar para sobrevivir; un pragmatismo más real.

Cristina parece como 90 por ciento de los mexicanos

Sí. Digo, no sabría si generalizarlo a esa cifra, pero estar en contacto contigo mismo y no en una lucha constante contra lo de afuera; encontrar los satisfactores que necesitas en función de un diálogo interno, a través de un contacto más místico y más espiritual. El personaje de Cristina tiene poco juego con Strindberg, y aquí le dimos muchísima importancia. Una cosa interesante con ella es que buscamos incorporar el tema del inconsciente, que en la época de Strindberg todavía no se consideraba en el teatro como tal, eso es antes de Freud, del surrealismo. Cristina en nuestra puesta en escena es sonámbula, y en su sonambulismo trae todo el mundo, el mundo inconsciente. Al final le quisimos dar una dimensión mística o espiritual. Juan y Julia nunca supieron cómo es una versión sobre La señorita Julia pero con mucha presencia de Strindberg, incluso con el lenguaje, vamos y venimos con el tiempo.

¿Alguna vez interpretaste a Juan?

Nunca.

¿No tuviste la tentación de hacerlo en lugar de dirigir?

Se me hace más interesante Julia. Pero estoy contento con el trabajo de los actores porque compartimos un compromiso muy serio sobre el oficio, es gente que trabaja muy profundamente. Uno se vuelve nomás como una especie de coordinador, como de director de orquesta, pero, en realidad, toda la búsqueda, el modo de trabajar es de ellos, que están muy entrenados aquí, gracias a que la Compañía provee unas condiciones para que los actores puedan dedicarse a una obra, no tienen que salir corriendo de aquí para hacer no sé qué series o anuncios. Están metidos y eso ha sido muy lindo.
Daniel Giménez Cacho estrena como director de teatro en la CNT
Giménez Cacho se estrena como director de teatro | Octavio Hoyos

¿Qué representa para ti dirigir una obra que parte de la de Strindberg?

Tomamos muchos riesgos. Uno sigue aprendiendo. Esta es la obra más compleja que he dirigido, por los niveles de asuntos que trata. Nos metimos en muchos problemas, la verdad, por subirle el tono y poderlo sostener. Muchas cosas salieron bien; otras más o menos, otras no. Estoy contento porque tomamos muchos riesgos y está muy clara la apuesta. En ese sentido, para mí fue todo un reto como director, para que la obra llegue, que no sea sólo un asunto de mira qué interesantes estos temas, sino que golpeé. Sólo se sostiene si la gente se conecta. Y lo logramos. Quizás en el final, todavía estamos en ello; después de tanta intensidad, el final se siente un poco, ay, cabrón.

¿Hay una contradicción al cambiar el sentido final?, porque dan esperanza. En la obra de Strindberg es darwinismo puro.

No, no hay. Sí. ¿Qué esperanza estamos dando? Pues la búsqueda espiritual que está realizando Julia. Hay algo más allá aparte de la confrontación de poder, de sexo y de clase; a mí lo que me parece es que es estéril. Nos enfrascamos en polarizaciones que desde hace siglos no nos llevan a ningún lado. Lo que Julia empieza a entender hacia el final es que hay algo más, de realización, de plenitud, en un plano espiritual. Y ella encuentra que, a través de su muerte, va a acceder a eso.

¿Cómo resolvieron el encuentro sexual entre Julia y Juan? Strindberg no lo muestra.

Tomamos una decisión muy radical. Toda la primera parte Julia se le lanza a Juan, lo rechaza. Es como quién tiene el poder en lo sexual, yo te seduzco o tú me seduces, yo te voy a coger o tú me vas a coger. Ahí están todo el rato, hasta que de repente se va la luz. Y en lo oscuro, trás. Con puro sonido con ellos actuándolo (Cecilia Ramírez Romo y Alan Uribe Villarruel), a oscuras, sucede el encuentro sexual. Esa es de las cosas que me han gustado mucho, funciona muy bien; es muy fuerte. Ahí tratamos este tema de sí hay consenso, pero en el transcurso de esto se vuelve muy violento.

A Juan le entra una cosa sexual muy fuerte, que va virando al abuso. Pero Julia ya no lo puede detener, es una situación muy contemporánea: una chica acepta tener un encuentro sexual con alguien, sí, hay consenso, pero durante el acto el hombre se pone violento, empieza una situación de abuso, y la mujer ya no tiene cómo zafarse, está ya sometida. Y ese es el primer encuentro sexual —y el único— en la vida de Julia. Un poco traumático. Y eso sucede a oscuras”.

Daniel Giménez Cacho estrena como director de teatro en la CNT
Giménez Cacho en Milenio | Octavio Hoyos


¿Cómo abordaron esa violencia del lenguaje hacia la mujer?

Ahí está. Está bastante exacerbada. Julia tiene un proceso con respecto a eso, a la mirada de afuera con ser puta; al principio le preocupa, qué va a decir la gente: “Soy puta”, y le afecta mucho. Poco a poco, a medida que va avanzando, él le dice que tiene ganas de hacer esto y esto: “Y te voy a tocar el culo y te voy a decir puta”. Y se ríen. Más adelante, ella dice: “Al final un criado será un criado, y una puta siempre será una puta”. Y ya transita. Y si dicen eso, me da igual. Hay una evolución de ella, que eso es muy lindo. Primero, sometida a la mirada de afuera, y luego dice: “Me da igual qué chingados. Sí, soy puta, ¿y qué?”.

La señorita Julia es bastante misógina.

Así lo reconoce Strindberg en su prólogo. Pero, lees la obra y Julia es un personaje poderosísimo, es extraño, paradójico, contradictorio. Intentamos ver a dos fuerzas contrarias que se están oponiendo: el criado con su lucha de clases, su resentimiento, su aspiración de ser un patrón; y ella, atrapada en una situación familiar de la que quiere escapar. Y nosotros proponemos que el suicidio que viene en Strindberg no es un fracaso de vida, sino una liberación; es la opción que ella encuentra para liberarse, para hacerle justicia a este personaje que es tan potente de Julia. Es una manera de liberarse y de ascender, mientras que Juan queda atrapado por el sistema y tiene que entregarle las botas al padre de Julia. Ese es un cambio importante, porque en Strindberg y en mucha de la literatura y el teatro de principios del siglo XX, la mujer es una víctima, el patriarcado pasa por encima de la mujer, o son locas o son histéricas, y se tienen que matar, no encajan.

Dice que su obra busca lo espiritual. A unos días de las elecciones, ¿qué pasa cuando vemos que todo es confrontación?

Nada. Para mí estas elecciones son: ¿qué prefieres: Pepsi o Coca Cola? ¿Que siga la transformación? Mejor que empiece. Para mí es lo mismo. No veo que estén en contacto con la realidad (los partidos o candidatos), salvo cuando la usan para atacar al otro? Xóchitl Gálvez habla de la realidad, de la violencia de los desaparecidos, pero también como un arma para pegarle a la otra (Claudia Sheinbaum), pero en sus planes y propuestas la solución no está más que dicha.

¿Qué opina de que ahora actores, como Eugenio Derbez, salgan a hablar públicamente de elecciones presidenciales?

No lo he visto. ¿Salió a promover el voto por Xóchitl? No me lo imagino votando por Sheinbaum. Yo he tenido esa participación, ahora me aparté un poco. Pero a mí me parece bien que cada quien diga u opine. Alinearse con un partido nunca ha sido lo mío, en 2006 yo estuve muy metido con el voto por voto, y ahí fue cuando empezó un poco mi desencanto con los políticos, con los partidos. Para mí, los partidos nos dividen. Yo me fui más hacia causas específicas, ONGs. Está bien que opinen y que hablen, aunque a mí lo que me parece bien, más que sobre partidos y por quién votar, es dar voz a los que no la tienen. Las víctimas, que los gobiernos de toda índole siempre intentan invisibilizar, como eso representa un fracaso de su gestión, están tratando siempre de minimizar. Ahí me parece más importante que, como actores con acceso a micrófonos, ayuden a visibilizar eso. Con los partidos, de lejitos. No encuentro una gran diferencia. Hay cosas que me parecen muy bien de esta gestión, de apoyo económico, de subir salarios, bien. Pero las cosas importantes del sistema están sin tocar, el pacto de impunidad que permite a los políticos hacer lo que quieren y no tener consecuencias sus crímenes, eso está intacto desde que se fundó el PRI, vaya; igual con el PAN, no les pasó nada”.

​Y después al cine 

El ganador de seis Arieles como actor y quien ha trabajado con cineastas como Pedro Almodóvar, Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Arturo Ripstein y Lucrecia Martell, revela que en julio próximo, al cerrar temporada de teatro, se estrenará como director de cine, con el inicio del rodaje del filme Juana, sobre una periodista interpretada por Diana Sedano, quien lo dirigió en su debut con la CNT en ¡Violencia! y que hoy protagoniza Barracuda en el Teatro Santa Catarina. 

DAG

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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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