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"Teníamos pesadillas": comerciantes narran las secuelas a un mes de la explosión de la pipa de gas en el Puente de la Concordia de Iztapalapa

Cristina y Cecilia, un par de comerciantes establecidas en los alrededores de la zona cero, compartieron con MILENIO su experiencia durante las semanas posteriores a la tragedia

Las hermanas Cecilia y Cristina Hernández, tapiceras de oficio y docentes de formación, tienen su negocio sobre la avenida Real del Monte, a menos de 100 metros del Puente de la Concordia en donde la volcadura de una pipa de gas derivó en una intensa explosión el pasado 10 de septiembre.

Antes de aquel trágico suceso, ambas solían comprar dos garrafones de agua a la semana. Uno era para su propio consumo y el otro era para repartirle a las personas sin hogar que, día con día, se acercaban a su local con un vaso desechable. A partir de la explosión, las peticiones de agua en su negocio cesaron.

"Nadie ha venido ya por agua, ¿dónde están todos ellos? Se perdieron de alguna forma. Yo no sé si se fueron de aquí, si murieron ahí, no sabemos qué pasó con ellos", dijo Cristina en entrevista con MILENIO.

De las escuelas a un local de tapicería y accesorios para autos

El hecho de que Cecilia y Cristina tengan un negocio en los alrededores de la zona cero es resultado de una serie de eventos que se remontan, por lo menos, a finales de 2018.

En ese entonces, ambas trabajaban en una guardería que formaba parte del Programa de Estancias Infantiles de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), dependencia que se transformó en la Secretaría de Bienestar cuando Andrés Manuel López Obrador llegó a la Presidencia.

Las estancias infantiles fueron reemplazadas por un programa que consistió en entregar un apoyo económico bimestral directamente a las familias. Dicha transición orilló a muchas educadoras, incluidas Cecilia y Cristina, a buscar nuevas alternativas laborales.

Durante los siguientes dos años se dedicaron a dar cursos de regularización, aunque en diversas etapas lo hicieron sin paga. En 2021, cuando comenzaron a levantarse algunas de las restricciones de la pandemia por Covid-19, decidieron iniciar un negocio de tapicería, aprovechando los conocimientos que su padre, de 82 años, les transmitió desde niñas.

"Nos armamos de valor, vimos este local y a la viva México llegamos, lo contratamos, nos trajimos una máquina y empezamos de cero", señaló Cecilia entre risas.

Así vivieron la explosión en Iztapalapa: "aquí llegaron los quemados"

La tarde del 10 de septiembre, Cecilia y Cristina se encontraban en el local en compañía del hijo de ésta última, Alan. Estaban preparando todo lo necesario para comer cuando la pipa de Grupo Tomza se volcó y dejó escapar los 49 mil 500 litros de gas que transportaba.

Al notar la densa nube de color blanco, la familia decidió resguardarse en el baño que se ubica en la parte trasera del pequeño establecimiento. "Ahí estuvimos durante las explosiones, porque no fue una, fueron como cuatro", narró Cristina.

"Yo pensé 'si fueron explosiones y traen fuego, seguramente ya se prendió el local'. Yo sí esperaba salir y ver todo quemado, porque pegaba muy feo en la puerta [del baño]", añadió la entrevistada.

En cuanto salieron de su refugio improvisado, Cristina y Cecilia desconectaron todos los aparatos que tenían en el local y replegaron su mostrador para cerrar la cortina metálica y huir del lugar. Instantes después, se percataron del alcance que había tenido la explosión.

"Empezó a llegar la gente, aquí llegaron todos los quemados", rememoró Cristina durante la conversación. "La gente venía todavía prendida en fuego, la ropa se les pulverizó, su piel estaba blanca y ya desprendida", agregó su hermana.

Víctima que dio entrevista después de la explosión llegó a su local 

Una de las personas que acudió a su local en los momentos posteriores al siniestro fue Juan Carlos Bonilla Sánchez, un comerciante de Texcoco cuya imagen se viralizó en redes sociales, luego de haber sido captado en video mientras, con la piel aún desprendida, hablaba con vecinos.

Juan Carlos fue quien, en un primer momento, le comentó a Cristina y Cecilia que la pipa de gas había explotado. En aquel breve encuentro, el texcocano les sugirió que se alejaran lo antes posible de la zona porque corrían un gran riesgo.

Además de productos de tapicería, las hermanas ofrecen en su negocio accesorios como volantes, porta placas, cepillos, abrillantadores y aceites para motor. Una chispa al interior del local representaba una enorme amenaza.

Cuando la noticia tuvo alcance nacional, varios familiares y conocidos de Cecilia y Cristina pensaron que no habían sobrevivido, dada la cercanía de su local con el epicentro de la tragedia.

"Fue gracia de Dios, la verdad es que tenemos una gratitud impresionante. Estamos de frente y aquí nada más nos tocó calor, pero si hubiéramos estado afuera ese calor nos hubiera quemado", comentó Cecilia.

Las secuelas de la explosión de Iztapalapa 

En repetidas ocasiones durante la conversación, Cristina y Cecilia reconocieron su fortuna al no haber sufrido graves afectaciones a raíz de la explosión. Sin embargo, tal experiencia también acarreó diversas secuelas para ellas.

"Los primeros días teníamos pesadillas y mucha hambre", manifestó Cristina. "A mí me pegó más en el dolor de cuerpo y de la cabeza", remató su hermana.

En las semanas posteriores al siniestro, ambas notaron la presencia de "unas chicas" que, de forma voluntaria, acudieron a la zona para realizar ejercicios que se asemejan a sesiones de terapia psicológica.

"Les prestamos una silla y acá afuera se acerca la gente y platica con ellas", puntualizó Cristina. Ellas han decidido no conversar con el grupo de voluntarias porque consideran que hay personas que lo necesitan más.

Así cambiaron los jardines tras la explosión en Iztapalapa 

Otro de los efectos que tuvo la explosión, perceptible un mes después, fue el deterioro de los jardines ubicados en diversos puntos debajo del puente, los cuales gozaban de un decoroso mantenimiento antes de la tragedia, según narraron Cristina y Cecilia.

En septiembre de 2006, la la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) capitalina confirmó que, como parte de los trabajos para construir el Puente de la Concordia, se contempló la plantación de 77 árboles.

Muchos de estos ejemplares siguen en pie, aunque sus hojas se tornaron color marrón oscuro debido al fuego, según constató MILENIO en un par de recorridos por el área. Durante los primeros días de octubre, varios trabajadores de limpia de la Ciudad de México acudieron al sitio para retirar las ramas y arbustos afectados.

Retiro de ramas quemadas en el Puente de la Concordia, Iztapalapa
Personal de limpia comenzó a retirar ramas quemadas en la zona del Puente de la Concordia | Baruc Mayen

Muchos trabajadores de limpia se salvaron 

Durante la conversación con este medio, Cecilia y Cristina sostuvieron que antes de la explosión, los jardines resaltaban por su esplendor gracias al cuidado del personal de limpia. "Todos los días había un montón de gente echando agua, podando y plantando nuevas cosas", dijo Cristina.

Aquel 10 de septiembre, justo a la hora de la explosión, el grupo de trabajadores se encontraba en un comedor comunitario de Lomas de Zaragoza. "Si no se hubieran ido a comer, la desgracia hubiera sido peor".

Adicionalmente, el 'pipazo' del Puente de la Concordia provocó una disminución en las ventas para el negocio de las hermanas. Aunque sus ingresos no eran elevados, antes de la explosión solía haber un flujo frecuente de personas afuera de su negocio, ya que es un punto por el que pasan diversas rutas de microbuses y combis.

Sin embargo, a partir del 10 de septiembre, las y los usuarios del transporte público han definido su punto de espera a 50 metros de distancia, cerca de una gasolinera que no fue alcanzada por las llamas, lo que ha mermado las ventas de Cecilia y Cristina. "Parece increíble, pero todavía unos ocho días después seguía oliendo bastante fuerte a quemado", relató Cecilia.

Hacia el final de la conversación, las tapiceras reconocieron su inquietud por los daños que la explosión pudo haber causado en la estructura del puente y en el suelo, así como por el hecho de que muchos restos de piel y ropa fueron retirados por los servicios de recolección de basura sin antes pasar por un peritaje.


​BM.

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Baruc Mayen
  • Baruc Mayen
  • Editor digital en la Unidad de Crecimiento de Milenio. Especialista en investigaciones a profundidad sobre derechos humanos, violencia y seguridad. Comunicólogo egresado de la FCPyS de la UNAM y apasionado de la fotografía.
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