Daniela Zabalza es más que un nombre; es el rostro doloroso de la violencia feminicida e institucional que lacera a miles de mujeres en Jalisco. En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, su memoria se alzó como una denuncia frente al lugar que debió protegerla, pero falló: el Centro de Justicia para la Mujer.
Daniela había acudido a este lugar en busca de un salvavidas, pero sólo encontró burocracia. Matilde relató el fracaso que le costó la vida a su hija.
"Mi hija sí se presentó a este centro a pedir apoyo, pero desgraciadamente por la ineptitud de personas trabajando aquí en esta institución que no fueron, no la acompañaron, no la ayudaron, no la apoyaron, mi hija claudicó", se lamentó.
La consigna a favor de Daniela se unió al coro de las que marchaban, exigiendo que su historia no se repita.
El saldo del estado hacia las mujeres está en rojo
Junto a la familia Zabalza, un contingente de mujeres que han experimentado la violencia en todas sus formas salió a las calles de Guadalajara. Convocadas por el Frente Feminista Radical de Jalisco, marcharon unidas, haciendo retumbar un mensaje que resume la deuda histórica del Estado: "Sin justicia las mujeres somos resistencia."
Frente a la misma puerta donde diariamente decenas de mujeres se enfrentan a la revictimización, las manifestantes realizaron una intervención escalofriante y contundente. Colocaron zapatos pintados de color rojo, pertenecientes a mujeres y niñas víctimas de desaparición y feminicidio. Los clavaron firmemente al suelo, un acto simbólico para evitar que sean borrados, al igual que las víctimas en los registros oficiales.
No se callan ante la violencia institucional
Arropadas en la sororidad, varias jóvenes y mujeres alzaron la voz para relatar sus experiencias, donde el abandono y la violencia institucional eran el denominador común.
"Mi bebé, que comía de mi pecho, que vivía conmigo, que creció conmigo, que desde el día uno dormí en mis brazos, de un día para otro la arrebataron. ¿Y hasta cuándo van a ir a buscarla? ¿Hasta cuándo van a dejar de decir que su papá no hay delito?" compartió una de las madres, con el corazón roto.
"Fui obligada a estar en un diálogo con mi agresor frente al ministerio público, esto debido a la corrupción del estado," denunció otra mujer, evidenciando el trato revictimizante de las autoridades.
El enojo se materializó en el avance de la marcha. Desde la Glorieta de la Normal, pasando por Avenida Alcalde y Circunvalación, realizaron intervenciones sobre el mobiliario urbano y negocios, una práctica que defienden como iconoclasia.
"Significa la intervención de la propiedad pública y privada del Estado, ya que para el capital y el patriarcado la propiedad privada y pública es muchísimo más importante que los cuerpos de las mujeres," explicó una de las voceras, sintetizando la filosofía de la protesta. "Nuestro lema es que se quiebren los vidrios y las paredes, y no los cuerpos de las mujeres."
"¡Cuidan más un edificio que a las mujeres!"
La manifestación, que Protección Civil de Guadalajara estimó en 60 participantes, transcurrió en tensa calma hasta el punto final. Al llegar de nuevo al Centro de Justicia para la Mujer, la frustración estalló. Las manifestantes intentaron derribar las puertas y rompieron vidrios.
Elementos de la policía, formando una valla humana, contuvieron el avance, desatando la indignación del colectivo. "¡Cuidan más un edificio que a las mujeres!", les gritaron, recordándoles que la violencia institucional y feminicida también había alcanzado a sus propias compañeras, como en el caso del asesinato de las dos policías de El Salto.
El grito de Daniela Zavalza y las decenas de zapatos rojos clavados en la acera quedaron como un recordatorio persistente de que la resistencia feminista no cesará mientras la justicia siga siendo una deuda.
OV