Ciencia y Salud

Probióticos, sin respalto médico ni pruebas de validación: experto de Mayo Clinic

De acuerdo con el especialista, nada sugiere que dar probióticos sea una buena intervención de la mano de los antibióticos.

Los probióticos y las pruebas comerciales de microbiota siguen ganando espacio en farmacias y publicidad digital, pero la ciencia no los avala, aseguró el gastroenterólogo Purna Kashyap, especialista de Mayo Clinic.

“En los adultos no vemos un beneficio de los probióticos per se”, dijo, por lo que calificó como injustificada la práctica de recetarlos después de tomar antibióticos.
“No tiene sentido tomar probióticos después de los antibióticos”, porque los medicamentos alteran una comunidad microbiana muy amplia y los probióticos contienen “solo una, dos o tres bacterias”, sin relación clara con las que fueron afectadas.

El experto añadió que “nada sugiere que dar probióticos sea una buena intervención de la mano de los antibióticos”.

Además, explicó que “los antibióticos no matan una bacteria, matan una gran población de bacterias”, lo que hace que el microbioma quede vulnerable durante un tiempo.

“Si alguien necesita un antibiótico ocasionalmente, su microbioma se va a recuperar a su estado original en más o menos cuatro semanas”, siempre que no se repitan ciclos seguidos.

Advirtió que “si uno termina los antibióticos hoy, y en una semana más parte con otro antibiótico, y un mes después otro”, la comunidad del microbioma no tiene suficiente tiempo para recuperarse.

Por ello enfatizó que “los tratamientos repetidos de antibióticos son mucho peores para el microbioma que tomar ocasionalmente un antibiótico”, aunque subrayó que cuando existe una infección real, los antibióticos son indispensables.

“Pensamos que, porque matamos bacterias buenas, devolver bacterias buenas es bueno, pero no necesariamente funciona así”.

Y recordó que algunos estudios muestran que “los probióticos pueden cambiar la trayectoria del microbioma de un individuo, más que permitirle regresar a su estado original”, lo que refuerza la ausencia de evidencia para su uso tras un tratamiento antibiótico.

No deben usarse test de microbiota 

Sobre los análisis de microbiota que se comercializan para consumidores, el especialista advirtió que no deben usarse.

“No recomendamos el uso de esos test porque no están estandarizados, no son basados en evidencia y no tenemos datos que sugieran que sean útiles”.

El especialista subrayó que no cuentan con aval regulatorio y que “hay poca ciencia detrás de esas pruebas”.

Kashyap advirtió que las pruebas comerciales de microbiota tampoco han logrado la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos.

“El umbral o el requerimiento para un biomarcador es muy riguroso, muy alto”, motivo por el cual ninguna de estas pruebas ha demostrado cumplir con los criterios científicos necesarios.

También señaló que “la barra para tener aprobación es muy alta” y que los productos directos al consumidor “no se basan en evidencia científica”, razón por la cual, añadió, “no recomendamos el uso de esos test”.

Incluso cuando se identifican biomarcadores en estudios, afirmó que “no tenemos un test clínico basado en ello” y que, por ahora, ninguno se utiliza con fines diagnósticos o terapéuticos.

Kashyap recordó que la fascinación por el microbioma se disparó cuando las tecnologías de secuenciamiento permitieron estudiarlo con detalle.

“Lo que hemos visto es un interés creciente porque ahora tenemos la capacidad de estudiarlo en detalle”, dijo.

Pero insistió en que el campo se encuentra en formación. “Este es un campo muy joven, solo llevamos veinte años en este campo y el campo no está listo para la implementación en la práctica clínica”.

Aunque en muchas enfermedades se observan microbiomas distintos, aclaró que “el hecho de que el microbioma sea diferente no significa que esté realmente causando esa enfermedad”.

La microbiota, añadió, refleja múltiples factores, como dieta, entorno y condiciones médicas, y que una diferencia no equivale a causalidad. “El microbioma refleja un estado de salud individual”, señaló.

Sobre el papel de la dieta, el médico señaló que sí influye en la microbiota, pero no de forma inmediata. “Creo que es exacto decir que somos lo que comemos”, afirmó.

Kashyap explicó que los efectos duraderos requieren periodos largos y que “las intervenciones dietéticas de corto plazo no son tan confiables en instaurar un cambio”.

Recomendó reforzar la diversidad microbiana mediante fibra dietética, que alimenta a las bacterias intestinales porque es la parte que el organismo humano no digiere.

“Lo mejor que podemos hacer por el microbioma es darle una nutrición que mantenga la comunidad microbiana fuerte y diversa”, sostuvo.

También agregó que “mientras mayor la diversidad de fibra, más la probabilidad de que el microbioma esté contento”, y señaló que las dietas ricas en vegetales son particularmente beneficiosas.

Relación con cáncer y enfermedades crónicas

En cuanto a cáncer y enfermedades crónicas, puso distancia respecto a interpretaciones simplistas.

Kashyap recordó que Helicobacter pylori es una excepción histórica, pues “descubrimos que el cáncer podía ser causado por una bacteria”.

Fuera de ese caso, enfatizó que “no hemos encontrado vinculaciones similares del microbioma con el cáncer”.

Aunque hay estudios preliminares que relacionan algunas bacterias con respuestas al tratamiento oncológico, subrayó que “transformarlo en trabajo clínico tomaría mucho más tiempo”.

También afirmó que “las personas sanas tienen microbiomas sanos” y que fortalecer la comunidad microbiana mediante dieta y estilo de vida es una estrategia universal y sostenible.

Más ampliamente, explicó que “la mayoría de las enfermedades crónicas no son causadas por una sola cosa” y que el microbioma es solo uno de los factores que interactúan en su desarrollo.

No es el segundo cerebro 

Kashyap también aclaró un concepto extendido en divulgación. “El microbioma no es el segundo cerebro”, afirmó.

Kashyap explicó que el término corresponde al intestino, que “tiene su propio sistema nervioso” con neuronas, neurotransmisores y funciones autónomas.

El especialista señaló que la microbiota puede influir en este sistema mediante sustancias que incluso llegan al cerebro, pero insistió en que aún no se sabe si contribuye a trastornos como depresión, ansiedad, Parkinson o Alzheimer.

“Lo que sabemos hoy es que es diferente en estos pacientes y que es posible que esté contribuyendo, pero cómo contribuye no está claro”, puntualizó.

También detalló que “el intestino puede funcionar independientemente del cerebro”, razón por la cual recibe el nombre de segundo cerebro.

Trasplante fecal 

Respecto al trasplante fecal, recordó que su único uso aprobado es para infecciones recurrentes por Clostridium difficile, debido a su capacidad para restaurar la comunidad microbiana completa.

En otras condiciones, como síndrome de intestino irritable o enfermedades inflamatorias, señaló que “no ha demostrado el mismo tipo de efecto” y que continúa en investigación.

Como alternativa segura y tradicional, resaltó alimentos fermentados como yogur, kimchi o chucrut, empleados por diversas culturas para fortalecer la función intestinal y comparables, según dijo, con los probióticos comerciales.

Añadió que “estas cosas parecen ser tan buenas como un probiótico comercial”, lo que refuerza la idea de que no se necesitan productos sofisticados para apoyar la salud intestinal.

A pesar de la cautela, el especialista expresó optimismo sobre el futuro del campo. “El futuro es brillante, el microbioma es importante y va a tener un impacto en la salud humana”, afirmó.

Consideró que los microbios podrían ayudar a personalizar tratamientos al influir en cómo se metabolizan los fármacos, ya sea reduciendo efectos adversos o mejorando la eficacia.

Pero pidió no precipitarse: “Es demasiado pronto para implementarlo en la práctica clínica hasta que entendamos más”.

También destacó que “creo que en el futuro vamos a ver biomarcadores del microbioma”, pero reiteró que aún no se cuenta con la evidencia suficiente para aplicarlos.

IYC

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Blanca Valadez
  • Blanca Valadez
  • Periodista formada en la UNAM. Con 33 años de oficio, impulsada por la curiosidad y la aventura. Ha captado la voz de ilustres como Octavio Paz y Carlos Fuentes. Hoy explora los enigmas del cuerpo y la mente en relatos que resuenan en prensa, TV, radio y web.
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