Los perros fueron, probablemente, el primer animal en ser domesticado. Ellos encontraron hogares y a cambio, los humanos recibieron compañía y, según los más recientes estudios, más de un beneficio para su salud.
Los amantes de los canes tienen menos riesgo cardiovascular: de acuerdo con diversos estudios, tener su acompañamiento canina se ha asociado con una presión arterial más baja y mejores resultados en los análisis de sangre. Además, investigaciones recientes han descubierto que su presencia está ayudando a las personas a regular el estrés.
Un viejo lazo reforzado a través de los años
La cercanía entre los humanos y los perros requirió de miles de años y cambios en las características genéticas. Se cree que el fósil de perro más antiguo hasta ahora confirmado es el de Bonn Oberkassel: tiene más de 14 mil años. Fue encontrado junto a los restos de un hombre y una mujer en una antigua tumba ubicada en Alemania.
De acuerdo con las investigaciones, el can murió a los seis meses luego de contraer moquillo. Tras realizar diversos análisis, se encontraron pruebas de que el animal había recibido cuidados antes de morir.
Al final de sus vidas, sus humanos fueron enterrados junto a él, lo que refleja el estrecho lazo que pueden formar un can y un humano, mismo que ha comenzado a ser explorado por los científicos de diversas partes del mundo: existe la sospecha de que la compañía canina podría convertirse en un tratamiento no farmacéutico para el manejo de diversos males, incluido el estrés.
De acuerdo con los autores del estudio The Presence of a Pet Dog Is Associated with a More Balanced Response to a Social Stressor, los niveles de estrés registrados a nivel mundial se encuentran en los máximos históricos.
Sólo en México se registran niveles alarmantes de estrés dentro de la población económicamente activa: de acuerdo con datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), al menos el 75 % de los trabajadores experimentaba fatiga por estrés.

La persona que lo padece ( ya sea estrés crónico o agudo) corre mayor riesgo de enfrentarse a enfermedades crónicas además de acelerar el envejecimiento cognitivo, como señala el cúmulo de evidencia que se ha sumado en años recientes.
Ante el panorama, los perros se han convertido en uno de los aliados más prometedores para enfrentar el estrés, incluso más que las parejas románticas, los padres o los amigos cercanos.
Psicólogos como John Polheber y Robert Matchcok encontraron en 2013 que los estudiantes universitarios que eran sometidos a pruebas inducidas de estrés en presencia de un perro tenían niveles de cortisol y variables de frecuencia cardíaca más bajos en comparación con los estudiantes que realizaron el experimento sin la compañía de un can.
Tomando como referente los resultados de diversos estudios previos, investigadores del Instituto para la Conexión entre Humanos y Animales de la Universidad de Denver diseñaron un experimento enfocado en la respuesta de adultos sanos a quienes sometieron a una Prueba de Estrés Social de Tier (conocida como TSST, por sus siglas en inglés y diseñada para inducir un estado de alerta), el objetivo era comparar los resultados de quienes iban acompañados de sus perro con los que lo hicieron solos.
La prueba consistió en hacer que los participantes expusieran en tres minutos por qué serían el candidato ideal para una vacante en el trabajo de sus sueños. El breve discurso fue recitado frente a tres panelista que supuestamente estarían evaluando el tono y lenguaje corporal.
Para causar más estrés, se colocó una cámara encendida y se les hizo creer que estaban siendo grabados para una evaluación posterior. Después del discurso, se les solicitó hacer una tarea mental: restar 17 de 2023 en voz alta y seguir restando durante 5 minutos, sin parar. Todo el proceso duró 13 minutos, y al final el participante fue escoltado fuera de la sala.

Para evaluar los resultados midieron los niveles de estrés emocional con preguntas a los participantes y tomaron algunos signos vitales para tener registro de las reacciones físicas como la frecuencia cardíaca, las enzima alfa-amilasa en la saliva (relacionada con el sistema de respuesta rápida al estrés) y el cortisol en sangre (una hormona que indica activación del sistema de estrés a largo plazo).
Cada parámetro fue medido en tres momentos, antes del estrés, justo después y 45 minutos más tarde. La hipótesis era que las personas que tenían a su perro presente durante la situación estresante se sentirían menos estresadas y se recuperarían más rápido, comparado con los que no estaban con sus perros.
Las personas que estaban con su perro durante la prueba no sólo tuvieron una respuesta al estrés más baja (menor ritmo cardíaco y menos cortisol) sino que además se recuperaron más rápido. Además, los participantes también dijeron sentirse menos ansiosos, aunque no de forma tan marcada como lo expresado en las mediciones físicas.
Curiosamente, estar con un perro provocó un aumento significativo en la alfa-amilasa, en cambio, el grupo sin perro mostró una reacción plana o débil. Aunque los investigadores aún no tienen claro el efecto de esta tendencia en el cuerpo, las investigaciones han encontrado una asociación con el estrés intenso, crónico e incluso con el Trastorno de Estrés Postraumático.
De acuerdo con lo señalado por los autores del estudio en The Conversation, los participantes que estaban acompañados por sus perros también mostraron mayor concentración y nivel de alerta además de que se recuperaron con mayor facilidad después de 45 minutos.
Sumado a esta investigación en marzo de este 2025, un grupo de psicólogos concluyó que el acompañamiento de más de 15 minutos de duración de un perrito "parecen ser una estrategia prometedora y no convencional para regular los niveles de cortisol en niños y adolescentes en situaciones de estrés".
De acuerdo con los científicos, estar cerca de un perro puede reducir el cortisol, además, al acariciarlos o jugar con ellos, se libera oxitocina, conocida como la “hormona del amor”, que genera calma y bienestar.
Los otros beneficios a la salud
Además del efecto en el cerebro, los perros también parecen tener repercusiones positivas en otros ámbitos de la salud. Una serie de estudios revela que los animales de compañía pueden tener un efecto significativo en la actividad física.
Además, un estudio publicado en la revista Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes concluyó que la compañía canina se asocia con un menor riesgo de muerte a largo plazo.
Asimismo, de acuerdo con el Instituto de Investigaciones del Vínculo entre Humanos y Animales ha demostrado que adoptar un perro puede ser de gran ayuda (tanto social, como emocional), para los adultos mayores ya que ayudan a reducir la sensación de angustia, soledad y depresión
LHM