Tras la muerte de un ser querido es común encontrarse en un periodo de negación, dolor o angustia, donde la mayoría de la población no sabe a quién acudir. Por lo tanto, Milenio realizó una entrevista con Luciano Sánchez Arenas, tanatólogo leonés que realiza terapias individuales y familiares para acompañar a los pacientes en el proceso de duelo.
Luciano mencionó que un porcentaje muy bajo de la población en León acude a pedir ayuda a un tanatología, pues explica que existe muy poca difusión sobre su profesión y la importancia de acudir a este tipo de terapias ante la pérdida de un familiar, o ante las desafortunadas noticias que puedan recibir sobre enfermedades terminales o de poca expectativa de vida.
"Lo que nosotros hacemos es permitir que cada uno de los dolientes fluya su proceso de duelo, que lo vaya llevando de la forma más sana. Esto no implica que salga rápido de ciertas etapas del duelo, sino que este proceso de depresión, incomprensión de la vida, puedan fluir más fácilmente. Porque estamos en una sociedad que está muy acostumbrada a reprimir las emociones", explicó.
Comentó que el proceso de duelo promedio es de aproximadamente dos años, los cuales se dividen en distintas etapas que se tienen que ir sobrellevando para llegar a una aceptación final. Donde se acompaña al paciente a comprender que pasar por distintas emociones negativas es algo normal, y que a partir de ese momento vivirá una nueva realidad en su vida a la que deberá ajustarse para vivir en paz.
Sánchez Arenas recomienda acudir a este tipo de terapias con especialistas por al menos tres meses, ya que es el tiempo promedio en que una persona logra superar los lapsos de enojo, tristeza o depresión por los que se puede encontrar. Destacó que el primer mes es el más difícil, pues dichas emociones se pueden dirigir hacia otros familiares, hacia el mismo difunto, hacia los médicos o el centro de salud, y en ocasiones hasta con su fe y sus creencias.