Llegas a los 40 y sientes que el "aguante" ya no es el mismo. El cansancio es más profundo, la paciencia más corta y los malestares físicos, antes esporádicos, ahora son inquilinos permanentes. No es tu imaginación y en MILENIO te contamos qué pasa.
El estrés crónico, acumulado por años de presiones laborales, familiares y económicas, deja de ser una simple "resaca emocional" para convertirse en una deuda física con intereses muy altos. El cuerpo, advierte la experta, comienza a pasar una factura que se manifiesta en enfermedades silenciosas que pueden definir el resto de tu vida.

Por qué los 40 son una “ventana crítica”
La carga alostática tiende a acumularse con los años. En la mediana edad confluyen responsabilidades financieras y familiares, alta demanda laboral y menor tiempo de recuperación.
Cuando el eje HPA (hipotálamo–hipófisis–adrenal) opera “a tope” durante meses o años, el patrón hormonal pierde flexibilidad y eso se relaciona con hipertensión , resistencia a la insulina y dislipidemias, que a su vez elevan el riesgo cardiovascular.
- Cerebro y memoria: del cortisol al hipocampo
El exceso y/o la desregulación del cortisol se ha asociado con cambios en la estructura y el volumen del hipocampo y con peor desempeño en tareas de memoria explícita. Esto se refleja en la famosa “niebla mental” y olvidos cotidianos más frecuentes a partir de los 40.
- Metabolismo y envejecimiento biológico
El estrés crónico promueve acumulación de grasa visceral y altera glucosa y lípidos; también se vincula con marcadores de envejecimiento celular (senescencia, telómeros más cortos) en muestras poblacionales.
Aunque el telómero no se mide para diagnóstico individual, como señal poblacional apunta a que el “desgaste” biológico se acelera bajo estrés sostenido.
- Sueño e inmunidad: los primeros avisos
Dormir mal no solo es un síntoma: el sueño deficiente amplifica el estrés fisiológico y se asocia con niveles de cortisol menos favorables y peor recuperación.
A la vez, el estrés reduce defensas y eleva la frecuencia de infecciones, efecto que puede mitigarse con apoyo social de calidad.

¿Qué hacer?
- Actividad física regular y sostenible. La actividad física se asocia con reducción de cortisol promedio y mejor sueño; combinar cardio con respiración lenta o mindfulness puede mejorar marcadores de estrés y glucosa en 6 semanas (en poblaciones específicas). Evita el “todo o nada”: constancia > intensidad.
- Dormir como prioridad operativa. Establece un ritual de apagado 60–90 min antes; la evidencia vincula el cortisol presueño con duración y calidad del sueño: si bajas la activación, duermes mejor.
- Red de apoyo y límites. El apoyo social funcional amortigua el impacto del estrés sobre presión arterial e inmunidad; decir “no” y pedir ayuda protege salud y desempeño.
- Higiene del trabajo. La OMS y OSHA recomiendan reducir cargas excesivas, dar control sobre el trabajo y prevenir riesgos psicosociales. Si eres líder, estas medidas mejoran salud y productividad.
- Seguimiento de factores de riesgo. En la mediana edad, consulta periódica de presión, glucosa, lípidos y cintura para detectar a tiempo mediadores del estrés que elevan riesgo cardiovascular.

MBL