La historia de la respuesta al VIH en México no comenzó con políticas públicas ni con grandes anuncios institucionales, sino en las calles, cuando, a mediados de los años ochenta, el estigma era tan fuerte como la desinformación y los medicamentos no estaban garantizados.
Activistas cerraron avenidas, colocaron fotografías de personas fallecidas por sida y enfrentaron a la policía para exigir el derecho a la salud.
“Cerrábamos avenidas, íbamos a gritar a la sede de la Secretaría de Salud, pegábamos las fotos de las personas que habían muerto por sida”, recordó Javier Martínez, presidente de la Red Mexicana de Personas que Viven con VIH Sida.
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Pensaban que el VIH se contagiaba por contacto
En esos enfrentamientos, el miedo y el desconocimiento eran tan intensos que los manifestantes recurrían a medidas extremas. “Al enfrentarnos les decíamos: no me toques porque me voy a cortar y te voy a pasar mi sangre”.
Era 1985, recordó, “la respuesta primaria fue de las organizaciones de la sociedad civil, no fueron de los gobiernos”.
Casi cuatro décadas después, México vive una realidad compleja que obliga a mirar el presente sin perder de vista el camino recorrido.
Estadísticas de VIH
Según datos de Censida, se estima que cerca de 370 mil personas viven con VIH en el país, de los cuales, 80% son hombres de 15 años o más, 19% son mujeres adultas y uno por ciento corresponde a menores de 15 años.
A esto se suma que, de cada diez pruebas de detección, dos resultan positivas a VIH y cuatro a sífilis, una señal de que la transmisión sigue activa y la prevención no alcanza a toda la población.
Este panorama cobra relevancia el lunes primero de diciembre, Día Mundial de la Lucha contra el VIH, una fecha que recuerda que, aunque existen avances, persisten deudas humanas, sociales y sanitarias.
“Cada año el país suma alrededor de 20 mil nuevos casos. Todavía no estamos cerca de controlar la diseminación de la infección por VIH”, advirtió Sigfrido Rangel, infectólogo y director médico de GSK México.
“Solo en nuestro país, en México, se detectan en promedio alrededor de veinte mil casos cada año”.
Los diagnósticos en menores de edad se mantienen como una alerta. “Todavía tenemos casos de VIH en niños”, señaló.
La respuesta científica ofrece nuevas herramientas. México cuenta con un medicamento preventivo de larga duración aprobado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Se trata de un inyectable que se aplica cada dos meses y que, según estudios internacionales, alcanza efectividades de 100% en prevención.
“Ya está registrado el primer medicamento para la prevención del VIH de larga duración, Cabotegravir, aprobado por Cofepris”, explicó Rangel.
“Es un medicamento inyectable, se aplica seis veces al año y tiene una efectividad superior al 99% y en algunos estudios al 100 por ciento”.
Se trata de una opción dirigida a personas que tienen sexo con hombres, quienes realizan prácticas de riesgo, parejas serodiscordantes y migrantes que enfrentan barreras constantes para acceder a servicios de salud.
VIH se combate con medicamentos y campaña de prevención
Por su parte, Rafael Polanco, responsable de Asuntos Gubernamentales y Relación con Pacientes en GSK México, afirmó que la lucha contra el VIH no puede reducirse a la disponibilidad de medicamentos y que el país enfrenta barreras profundas que frenan el acceso y la prevención.
“Tenemos una misión que es no dejar atrás a ninguna persona que vive con VIH y una ambición compartida con la sociedad civil y los pacientes: poner fin a la epidemia. Pero esto no se logra solo con medicamentos, se logra con personas, con comunidades, con alianzas”.
Señaló que el estigma continúa siendo una de las principales amenazas.
“Es increíble, pero aún hay personas que conocen el concepto de indetectable es igual a intransmisible y aun así no creen en él. Esa falta de información y de confianza sigue costando vidas”.
Advirtió que, incluso dentro de las instituciones de salud, la atención sigue sin responder a las necesidades reales de las personas.
“Muchos pacientes no sienten empatía cuando están frente al proveedor de salud. No hay suficiente acompañamiento. Y sin empatía no hay transformación”.
“La ciencia sin empatía no transforma. Tenemos que entender cómo vive y cómo siente una persona con VIH para mejorar la atención, diseñar políticas más humanas y garantizar que cada persona tenga acceso a una vida plena y saludable”.
“El futuro del tratamiento antirretroviral está en la simplificación: menos medicamentos, menos efectos adversos, mejores resultados y mayor apego”.
Buscan acabar con la indiferencia
Mientras la ciencia avanza, la cultura también se abre paso como herramienta para romper estigmas. En el Museo Franz Mayer, una exposición confronta los prejuicios históricos sobre el VIH mediante imágenes, símbolos y reinterpretaciones de obras clásicas.
Una de las piezas más potentes es El beso de Judas, de Pierre et Gilles, un lienzo que, explicó el curador Abraham Villavicencio, no es el gesto tradicional que aparece en la iconografía religiosa. Lejos de que Judas vaya a besar la mejilla, va a besar los labios de Jesús.
La exposición muestra cómo el arte ha representado gestos íntimos entre figuras sagradas desde hace siglos.
Incluye una pintura inspirada en una obra de Jean Van Dyck del siglo XVII en la que el Niño Jesús y su primo San Juan Bautista se besan en los labios en un gesto de afecto que cuestiona los prejuicios actuales.
También se presentan platos de porcelana china y cerámica francesa con escenas de Eros y Psique y la inscripción: La recompensa del trabajo, lo que demuestra que la representación del cuerpo, la sensualidad y el amor ha sido constante en diferentes tradiciones artísticas.
La muestra está dedicada a la diversidad humana, sexogenérica y a las distintas formas de amar. “Varias de las obras protagonizadas por celebridades hacen una referencia a lo que ocurrió entre los años noventa y dos mil con la epidemia de sida”, detalló Villavicencio.
El objetivo principal es desmontar el estigma. “Hay un mensaje que busca erradicar la xenofobia”.
Una de las piezas centrales se titula U=U, de Yassin Chekkouh, y que formó parte de una campaña global que recuerda que una persona con VIH en tratamiento y con carga viral indetectable no transmite el virus.
“Lleva por nombre U=U, busca tomar conciencia sobre la vida perfectamente normal de las personas que viven en condición de VIH”, explicó el curador.
El recorrido entre la memoria del activismo que alguna vez bloqueó avenidas y enfrentó patrullas, la ciencia que hoy ofrece medicamentos de larga duración y el arte que confronta prejuicios crea un mensaje común.
México llega al primero de diciembre con una lucha viva, diversa y en evolución.
Los avances son significativos, pero también las deudas. Mejorar la prevención, frenar los nuevos contagios, garantizar acceso efectivo a herramientas innovadoras y combatir el estigma siguen siendo tareas pendientes.
Ahora, cuatro décadas después, la historia continúa escribiéndose en las calles, en los consultorios y también en las salas de los museos.
RM
