Ciencia y Salud

Las amistades también pueden ser tóxicas: Isela Román, psicoterapeuta, revela cómo identificarlas

En entrevista con MILENIO, la psicóloga explicó cómo actuar cuando una amistad genera inseguridad o invisibilidad

Varias personas de la generación Z han coincidido en TikTok que el personaje de Zoey Brooks, del programa "Zoey 101”, no era la gran y mejor amiga que la producción de Nickelodeon buscaba demostrar. Entre otros adjetivos, ha sido señalada de ser manipuladora, celosa, envidiosa y actuar sin pensar en las demás personas. 

Pese a ello, su círculo de amistad permanecía intacto. Y por más fuerte que fueran los problemas, la misma historia “orillaba” al cast y a la audiencia a dar "borrón y cuenta nueva" para empezar un nuevo episodio. Sin embargo, ¿En la vida real las amistades deberían “aguantar” situación tras situación?

Las amistades son parte fundamental de nuestra vida. Llegan a ser un espacio sumamente importante y donde podemos descansar emocionalmente. Si esto está haciendo un mal, se convierte en algo tóxico”, comentó la psicoterapeuta, Isela Guadalupe Román Tirado, a MILENIO

¿Cómo identificar una amistad tóxica?

La frase “los amigos son la familia que uno elige” no es fortuita. A diferencia del árbol genealógico o colegas del trabajo, las amistades son vínculos afectivos que se eligen y con las cuales se va construyendo ese espacio seguro, “donde podemos ser genuinos, nosotros mismos y libres”.

Además, con las y los amigos “aprendemos a conocernos, a ver quiénes somos, lo que nos gusta y lo que no”.

El asunto es que esta definición camina en una delgada línea con la romantización de la amistad, es decir, cuando se generan expectativas y pensamientos poco realistas de la otra persona y se le idealiza. Una situación que no tiene otro destino más que una racha de desilusión y agravios.

“Podemos decepcionarnos constantemente de la amistad y presionamos a la otra parte para cumplir estas expectativas o algo que no se ha acordado; algo que no sabemos si la otra persona puede hacer o no”.
Los amigos son aquellas personas con las que construimos un espacio seguro para ser nosotros mismos
Los amigos son aquellas personas con las que construimos un espacio seguro para ser nosotros mismos | Freepik

En sí, el éxito de una amistad o la duración de la misma también dependerá de qué tanto se cumplen o no sus tres factores esenciales: comunicación, reciprocidad y responsabilidad afectiva. El primero (la comunicación) es la herramienta que permitirá a dos personas conocerse y hacerse más cercanas.

El segundo (la reciprocidad) refiere a ese espacio que cada parte hace en su vida personal para que sea una amistad de calidad. Es decir, “donde las dos partes se sientan vistas, escuchadas y valoradas con actos concretos”, tales como salir a desayunar, apoyar sus emprendimientos o escuchar lo que les pudiera inquietar.

Finalmente, y el más importante para la psicoterapeuta, la responsabilidad afectiva es aquella conciencia de que “todo lo que yo haga va a tener un efecto positivo o negativo en la otra persona”.

“Entonces yo como persona voy a cuidar mis actos, voy a respetar tus límites y voy a evitar hacerte algún daño. (...) Tener conciencia de que tengo que cuidar a la otra persona, que también tengo que tomar en cuenta a la otra persona”.
Para que una amistad funcione, debe haber comunicación, reciprocidad y responsabilidad afectiva
Para que una amistad funcione, debe haber comunicación, reciprocidad y responsabilidad afectiva | Freepik

Cualquier relación humana es propensa a cargar con una o varias red flags, o sea, señales de alerta sobre un comportamiento o situación que indica un posible problema o riesgo. Y así como con la familia o un noviazgo, en las amistades tampoco “se necesita llegar a un extremo para saber que ya no funciona”.

El principal indicio proviene de la pregunta “¿Cómo me siento después de salir, convivir o hablar con ese amigo o amiga?”. Si la respuesta no es agrado, buenas experiencias, diversión, crecimiento o un sentimiento afín, quizá ya no valga la pena mantener ese vínculo.

“Si después de salir con una amistad llegas a casa y sientes malestar, por ejemplo, nos sentimos incómodos, culpables o minimizados, ya es una primera de alerta que debemos identificar y trabajar en ello”, explicó Isela.

¿Qué hacer ante las red flags?

La comunicación será crucial, aunque incómoda. Pero es la única manera para asegurar un final sano (en caso de decidir terminar la relación) y futuras amistades más seguras.

¿Y qué sucede si la otra persona no quiere escuchar o evita esas pláticas incómodas?, cuestionó MILENIO a la psicóloga. “Ahí nos está demostrando que, tal vez, ya no está ese lazo de amistad o ya no hay (algunos de los tres) componentes tan importantes”, respondió. Por ende, lo más sano— más no lo más fácil— sería dar por terminada esa relación temporal o definitivamente.

“Saber que más allá de los años de amistad también es sano poder decir adiós y tener nuevos comienzos. (...) Si tú ya intentaste comunicarte, está bien que te distancies si no recibes respuesta de la otra persona”.

Aunque del otro lado de la moneda, también se puede salvar la amistad— o “trabajar en ella”, como lo mencionó Isela—. Para ello, ambas partes necesitarían seguir mostrando reciprocidad, disposición y honestidad, tanto para continuar la relación como para ponerle punto final.

“Es muy válido que nosotros ya no estemos en disposición y decir: ‘¿Sabes qué? Nada más te lo comunico y me voy de esta amistad’. O puede que la otra parte ya no esté en el mismo punto”.

ASG

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Alejandra Sigala
  • Alejandra Sigala
  • Egresada de la UNAM. Te explico las tendencias en redes sociales y los temas que despiertan tu curiosidad en el día a día. Escucho, amo y a veces escribo sobre K-Pop. Me encanta bailar y los gatos.
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