Ciencia y Salud

Marian Helú, tanatóloga: “Hay mucho miedo en decir la palabra ‘muerte’ con los niños, pero es importante normalizarla”

Pese a los tabúes negativos, hablar de la muerte en la infancia es crucial para el bienestar emocional en la adultez.

Una de las primeras escenas de El Rey León muestra a Mufasa explicando a Simba, su hijo, cómo las criaturas se conectan a través del ciclo de vida. Con esta lección no sólo le inculcaba el respeto a todo ser viviente, también que la muerte es un proceso tan natural como la propia vida.

Para ello, Mufasa no necesitó detallar cómo “los cuerpos se convierten en pasto” o si los antílopes sufren al ser cazados. Sin embargo, tampoco omitió la palabra “muerte” en su discurso ni la refirió como “cuando un cuerpo se apaga” o “alguien se queda dormido”. Simplemente fue claro con su hijo; tal y como debería ocurrir en la vida real.

“Hay que ser lo más honestos y claros posibles con los niños. (...) Es importante normalizar algo que nos va a suceder a todos”, destacó la psicóloga y tanatóloga, Marian Helú.

¿Cómo entienden la muerte los niños?

Existen importantes diferencias cognitivas que influyen en cómo un niño y un adulto entienden la muerte. La principal de ellas es el concepto de permanencia de objeto: comprender que las personas y objetos siguen existiendo incluso cuando no están a la vista.

De ahí el llanto descontrolado de un bebé o infantes cuando su mamá, papá o tutor se separa por unos cuantos minutos, pues en esa etapa piensan que únicamente existe lo que pueden percibir directamente. Por ende, no van a comprender conceptos abstractos o complejos, tales como el que la muerte no es reversible ni inevitable.

Y si bien esta habilidad comienza a aparecer alrededor de los ocho meses— cuando buscan el juguete que lanzaron detrás de la cama o a su hermanito en el juego de “las escondidas”—, termina de desarrollarse aproximadamente a los diez años. A esa edad, señala la psicóloga, el niño o la niña ya podría comprender que la muerte implica no volver a ver a esa persona.

El concepto de permanencia de objeto comienza a desarrollarse a los ocho meses
El concepto de permanencia de objeto comienza a desarrollarse a los ocho meses | Freepik

Asimismo, recurrir a analogías puede resultar poco útil porque “las niñas y los niños están muy apegados a un mundo mágico, en el cual es difícil diferenciar la realidad de lo imaginario”. En lugar de ayudar, pueden generarles miedos o traumas en la adultez, por ejemplo: si la abuela falleció y la mamá le dice a su hija que “sólo se quedó dormida”, podría desarrollar un temor a dormir.

Incluso las creencias religiosas pueden jugar en contra, pues la falta de claridad— como omitir mencionar la palabra “muerte” o evitar decirles que la persona no volverá a vivir— despertará en sus niñas y niños dudas difíciles o imposibles de contestar.

“O si le dices: ‘Está en el cielo’, para el niño va a ser difícil adaptar ese concepto porque te va a preguntar: ‘¿Pero dónde está eso?’. Si para ti es complicado explicarlo, para el niño va a ser más complicado entenderlo”.
“Muchas veces queremos proteger a los niños y ponerlos en una burbuja. Pero recordemos que eventualmente serán adultos y sobreprotegerlos no los va a salvar de la realidad”.

¿Cómo hablar con los niños sobre la muerte?

Google la explica como “cesación irreversible de la vida”; Wikipedia como “un suceso irreversible que resulta del cese de la homeostasis en un ser vivo”, y la religión católica como un estado de “sueño” previo a la resurrección. Al final cada persona adopta la explicación que más se apegue a sus creencias y vivencias, y ésta puede influir en cómo el niño o niña concebirá la muerte.

“Nosotros somos los que le ponemos el significado a las cosas. Ellos (los niños) vienen a este mundo sin estas creencias”, explicó Helú a MILENIO.

Por eso antes de buscar la manera “menos agresiva” de explicarles, es importante que mamás y papás se planteen la pregunta: ¿Para mí qué significa la muerte?

“A partir de eso, nos vamos a dar cuenta de cuáles son las cosas con las que vamos a batallar o que nos van a costar más trabajo explicarles (...) Vivir tú primero esos duelos o pérdidas y reconocer qué será difícil hacerle entender al niño”.
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La concepción que los adultos tengan de la muerte influirá en cómo la percibirán sus hijos.

No es necesario esperar al fallecimiento de alguien para tocar el tema con los hijos o hijas. De hecho, ese trabajo puede empezar desde mucho antes: mostrar películas que hablen de ese “ciclo de la vida”— justo, como El Rey León— o, por qué no, a través de esa florecita que ha comenzado a marchitarse semanas después de nacer.

Hay mucho miedo de decir la palabra ‘muerte’. (...) Creo que tenemos este tabú de que hablar de la muerte, de que perdimos a alguien, es algo negativo. Pero el duelo es un proceso emocional y psicológico normal. ¿A qué voy con normalidad? Es un proceso por el cual todos vamos a vivir porque todos tenemos a un ser amado que eventualmente va a dejar la tierra por alguna situación”.

Así, con este trabajo de concientización de por medio, es mucho más sencillo que el niño comprenda que alguien murió e, incluso, el por qué. Claro, subrayó la psicóloga, evitando ser “muy gráficos”, dar detalles innecesarios y sin omitir la palabra “muerte”.

“No se trata de que le contemos toda la historia, pero sí decirle que esa persona ya no está con nosotros porque estuvo enfermo o tuvo un accidente. (...) Si es el caso de una enfermedad: ‘Enfermó’, ‘luchó’, ‘ya estaba grande’, ‘aguantó hasta donde pudo’, ‘disfrutó la vida’”, ejemplifió.
Se debe normalizar el tema de la muerte con los hijos e hijas
Se debe normalizar el tema de la muerte con los hijos e hijas | Cuartoscuro

¡Que participen en las ofrendas!

Las niñas y los niños son resilientes por naturaleza. Tienen más capacidad de adaptarse y resignificar las situaciones complejas a través de la imaginación y el juego— en el caso de la muerte, de acostumbrarse a la pérdida y entender que esa persona ya no va a volver—.

Sin embargo, esto no significa que los adultos no puedan vivir su duelo o deban atravesarlo a escondidas de las hijas o hijos. Por el contrario, esas lágrimas, nostalgia o bajones les enseñan a validar el dolor de alguien que ha perdido a un ser querido.

“Le das espacio a que el niño sepa que está bien llorar por alguien que amaste. Siempre acompañado de esta frase que me gusta mucho: ‘Cuando existe amor, la otra cara de la moneda es el miedo a perder’. Entonces si amamos a alguien, tenemos miedo a perderlo y si estamos perdiendo es porque hubo mucho amor”.

Otra manera de fomentar esta sensibilización es permitiéndoles participar en los rituales fúnebres. No sólo los rosarios o las misas de aniversario luctuoso, también colocar altares en los días de muertos, ir cada mes a “visitar” a la abuela al panteón para hablar con ella, hacer un dibujo o escribir una carta y colocarla a lado de las cenizas del abuelo, etcétera

“Así como a los adultos nos ayuda a darle un significado a la pérdida y poner un lugar a la persona que hemos perdido, pues al niño también. (...) Los niños a través del juego van afrontando la pérdida”.

ASG

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Alejandra Sigala
  • Alejandra Sigala
  • Egresada de la UNAM. Te explico las tendencias en redes sociales y los temas que despiertan tu curiosidad en el día a día. Escucho, amo y a veces escribo sobre K-Pop. Me encanta bailar y los gatos.
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