En tan solo 13 días, 20 pacientes pediátricos desarrollaron fiebre, deterioro hemodinámico, choque séptico y en la mayoría de los casos requirieron de intubación tras haber recibido nutrición parenteral. Diecisiete de ellos murieron en hospitales del Estado de México, Michoacán y Guanajuato. El agente causal fue identificado como Klebsiella oxytoca, una bacteria oportunista que puede causar infecciones severas cuando ingresa al torrente sanguíneo.
“Fueron pacientes que tuvieron que ser intubados, estaban muy graves, en unidades de terapia intensiva”, detalló Ana Cecilia Carbajal, infectóloga pediatra y epidemióloga hospitalaria del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ).
La alerta epidemiológica fue emitida el 3 de diciembre de 2024, señalando un posible lote contaminado de nutrición parenteral producido por la empresa Safe. Sin embargo, solo una de las 20 soluciones cultivadas resultó positiva a Klebsiella oxytoca, y no se difundió públicamente ninguna cronología clínica. “Creo que fue aventurado decir que fue la nutrición parenteral sin haber hecho una descripción de las manifestaciones clínicas que tuvo cada paciente y si las manifestaciones fueron inmediatamente después de que se les puso. Es la única manera de haber dicho: ‘Es esto’”, subrayó Carbajal.
Detalles de los hechos
El 21 de noviembre de 2024 se fabricó el lote sospechoso. Entre el 28 y 29 de noviembre, hospitales comenzaron a reportar cuadros súbitos de deterioro clínico. El 10 de diciembre ya se habían registrado 17 muertes. El brote se declaró cerrado el 16 de diciembre, sin detallar públicamente los hospitales involucrados, las condiciones clínicas ni las comorbilidades específicas de los pacientes.
Carbajal comentó: “¿Cuáles comorbilidades? ¿Eran prematuros? ¿Tenían enterocolitis necrosante? No se dijo. Si me hubieran dicho: ‘Era un bebé prematuro, con riesgo de traslocación bacteriana desde el intestino’, yo también hubiera pensado que no fue la nutrición parenteral”.
Y añadió: “No sabemos en qué hospital fue primero, en qué hospital fue después, si al final el de Michoacán o el de Guanajuato también tuvieron las mismas manifestaciones clínicas. Eso no está escrito en este brote. Y por parte de las autoridades sanitarias era crucial haber brindado toda esta información”.
Bacteria conocida, diagnostico tardío
Klebsiella oxytoca no es nueva: fue descrita en 1886 y, como enterobacteria, vive en el intestino humano. Pero al llegar a la sangre, puede causar sepsis, neumonía, meningitis y colitis. “La gente pensó que era una bacteria nueva, pero no lo es. Ya la conocíamos”, enfatizó Carbajal.
El diagnóstico microbiológico es complejo. En hospitales sin acceso a PCR o espectrometría de masas, las muestras fueron enviadas al INDRE, lo que causó retrasos. “El procedimiento estándar requiere al menos 48 horas de incubación. Si no tienes esos recursos, la notificación de un brote se vuelve difícil”, explicó. A pesar de las limitaciones técnicas, se emitió la alerta cuando ya no había nuevos casos.
También advirtió: “En el mejor de los casos, en estos hospitales hicieron diagnóstico con microbiología clásica. Muchos ni siquiera tienen cómo incubar la muestra o hacer cultivos. Yo creo que fue muy precoz, tomando en cuenta la cronología de la aparición de los primeros casos con el diagnóstico microbiológico”.
Resistencias y tratamiento
La cepa del brote mostró resistencia a múltiples antibióticos, pero no era intratable. “Esta Klebsiella tenía un patrón de resistencia que ya es endémico en México. No es que no tuviéramos tratamiento, sí teníamos opciones terapéuticas”, aclaró Carbajal.
Sobre la alarma generada en medios, dijo: “Se vendió como que no había nada que darle a estos bebés y que se habían muerto porque no había tratamiento, cuando la realidad no fue esa”.
Dudas sobre fuente de la infección
La infectóloga cuestionó la premura con la que se señaló a la nutrición parenteral como fuente del brote. “Faltaron otras 19 pruebas positivas para documentar que efectivamente fue eso. Si Safe produce miles de nutriciones parenterales y solo una estaba contaminada, ¿por qué no hubo más casos?”, preguntó.
Y puntualizó: “Si a mí me hubiera pasado en mi hospital, no me hubiera ido de lleno a que era la nutrición parenteral. Yo hubiera revisado mis procesos, ver en qué estaba fallando para que esos bebés estuvieran teniendo las manifestaciones clínicas”.
También puso en duda el criterio utilizado para definir el periodo de exposición: “Me parece arbitrario decir: ‘Fue a partir del 21 de noviembre’. ¿Por qué no las del 20, las del 19? No hubo ninguna información al respecto, ni por qué se tomó esa decisión”.
Estudios y secuencia genética
El Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (INDRE) realizó la secuenciación de las muestras. “Sí se logró hacer secuenciación genética, y las cepas de los pacientes compartían un mismo perfil, por lo cual se asumió una fuente común. Pero sólo fue eso: una suposición. No se completaron los estudios”, apuntó Carbajal.
Y enfatizó: “Creo que uno de los errores fue no haber dicho: ‘Yo le conecté la nutrición parenteral y el paciente se puso mal’. Esa era la única manera. Porque si te conectan una nutrición contaminada, te pones grave en una hora. No hay periodo de incubación cuando entra directamente al torrente sanguíneo”.
Faltaron datos
Para Carbajal, la gestión de la información fue limitada. “Hubiera querido ver una presentación del brote como las que se hacen en países desarrollados: cronología, síntomas, decisiones terapéuticas, análisis de laboratorio, perfil clínico. Aquí no hubo nada de eso. Solo se emitió un comunicado”.
Criticó también la ausencia de un abordaje integral: “Hay una gran diferencia entre hacer vigilancia epidemiológica y hacer un estudio clínico serio. Para hacer ciencia se necesita algo más que contar casos”.
Y remató: “Nos dijeron que éramos como Dinamarca. Pero si una sola bacteria pone en jaque a cuatro hospitales en tres estados y no podemos ni rastrear los síntomas, estamos muy lejos”.
LG