Ciencia y Salud

La Asociación Estadunidense del Corazón reaviva la teoría de que beber poco puede ser bueno para la salud

Nadie discute que el consumo excesivo de alcohol es perjudicial. El debate, que no cesa, se centra en el consumo de alcohol de ligero a moderado y en saber si protege más de las enfermedades cardiovasculares que no beber en absoluto.

Durante un tiempo, pareció que la idea de que beber poco era bueno para el corazón había desaparecido, desacreditada por nuevos estudios y eclipsada por las advertencias de que el alcohol causa cáncer.

Ahora, la Asociación Estadunidense del Corazón ha resucitado la idea en una revisión científica que está suscitando intensas críticas y ha desencadenado una nueva ronda de debate sobre el consumo de alcohol.

El artículo, que pretendía resumir las últimas investigaciones y estaba dirigido a cardiólogos clínicos, concluía que beber poco —de una a dos copas al día— no suponía riesgo alguno de enfermedad coronaria, ictus, muerte súbita y, posiblemente, insuficiencia cardiaca, e incluso podía reducir el riesgo de desarrollar estas afecciones.

La controversia en torno a la revisión de esta influyente organización ha estado latente desde que se publicó en la revista Circulation de la asociación en julio.

¿Consumo de alcohol moderado es benéfico?

Grupos de salud pública y muchos médicos han advertido, con base en estudios recientes, que el alcohol puede ser perjudicial incluso en pequeñas cantidades. Grupos como la Red Europea del Corazón y la Federación Mundial del Corazón han subrayado que incluso un consumo moderado de alcohol aumenta las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares.

Sin embargo, en previsión de las nuevas directrices dietéticas, el gobierno de Trump retiró en septiembre un informe que hacía hincapié en los vínculos entre el alcohol y al menos siete tipos de cáncer, y que concluía que el riesgo de tumores orales y esofágicos comienza a aumentar a partir de una bebida al día.

En cambio, el gobierno se basa en otro informe que concluyó que los bebedores moderados tenían un menor riesgo de ataques cardíacos y una menor mortalidad por todas las causas que los abstemios. Pero el informe señalaba un mayor riesgo de cáncer de mama entre las mujeres que beben.

Mariell Jessup, directora científica y médica de la asociación cardiaca, dijo que su revisión se concentraba en las enfermedades cardiovasculares porque esa es la misión de la organización, y añadió que la revisión no pretendía servir como directriz y que el consejo del grupo a los pacientes no ha cambiado.

“En todas nuestras directrices se dice ahora mismo: ‘Si no bebes, no empieces’. No hay pruebas suficientes para sugerir de forma concluyente que previene las enfermedades del corazón”, señaló Jessup en una entrevista.

Pero los críticos dicen que incluso la sugerencia de posibles beneficios para la salud del corazón es peligrosa, porque los riesgos de beber son muy grandes. Criticaron la forma en que la asociación cardiaca seleccionó y sopesó los estudios que examinó y dijeron que al menos un autor tenía vínculos con la industria del alcohol en el pasado que deberían haberlo descalificado para participar.

“Los beneficios cardiovasculares del consumo moderado de alcohol son, en el mejor de los casos, cuestionables”, comentó Elizabeth Farkouh, internista e investigadora del alcohol. “Pero incluso si hubiera un beneficio, hay muchas otras maneras de reducir el riesgo cardiovascular que no conllevan el riesgo de padecer cáncer”.

Farkouh y sus colegas escribieron una carta a la AHA en julio en la que expresaban su preocupación. Según ella, la organización no acusó recibo hasta este mes, cuando The New York Times preguntó por ella.

La conclusión de la nueva revisión contradice las orientaciones de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades sobre el alcohol, los cuales señalan que “incluso un consumo moderado puede aumentar el riesgo de muerte y otros daños relacionados con el alcohol, en comparación con no beber”.

La revisión también parece divergir de la recomendación sobre dieta y estilo de vida de la asociación cardiaca de consumir “poco o, preferiblemente, nada de alcohol”, junto con su declaración de 2023 de que las investigaciones recientes sugieren que “no existe un nivel seguro de consumo de alcohol”.

Nadie discute que el consumo excesivo de alcohol es perjudicial. El debate, que no cesa, se centra en el consumo de alcohol de ligero a moderado y en saber si protege más de las enfermedades cardiovasculares que no beber en absoluto. Las enfermedades cardiacas son la principal causa de muerte entre los estadunidenses.

Las cuestiones sobre el consumo moderado de alcohol vuelven a surgir ahora, porque las directrices dietéticas de Estados Unidos, que desde hace tiempo establecen parámetros para el consumo seguro de alcohol, deben actualizarse a finales de año.

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Las investigaciones han sido financiadas en ocasiones por grupos afiliados a la industria de las bebidas alcohólicas. | NYT

Las nuevas directrices pueden ser muy importantes para la industria del alcohol, que está experimentando una caída en las ventas de cerveza y vino, y más en general para los estadunidenses, que han reducido mucho su consumo. Según una encuesta reciente de Gallup, solo el 54 por ciento sigue bebiendo alcohol y el 53 por ciento considera que incluso un consumo moderado es perjudicial para la salud.

No faltan estudios sobre la relación entre el consumo de alcohol y las cardiopatías, pero la calidad de las pruebas es variable, según los expertos. Los resultados suelen ser contradictorios y las interpretaciones difieren.

Las investigaciones han sido financiadas en ocasiones por grupos afiliados a la industria de las bebidas alcohólicas. Las pasiones están a flor de piel en ambos bandos de la controversia, y los científicos se han mostrado reacios a realizar ensayos controlados aleatorios que expongan de manera deliberada a los participantes a una sustancia nociva, a pesar de que ese tipo de estudios proporcionan las pruebas más fiables.

“Existe una enorme bibliografía al respecto, pero se trata casi exclusivamente de estudios observacionales, que por definición son bastante débiles”, afirmó John Ioannidis, profesor de la Universidad de Stanford que ha escrito sobre las razones por las que los hallazgos de muchos estudios no son reproducibles.

Los estudios observacionales hacen un seguimiento de los individuos y pueden encontrar asociaciones entre un comportamiento, como beber poco, y un resultado, como una enfermedad cardiaca o la muerte, pero no pueden demostrar la relación causa-efecto.

Cuando se realiza una revisión científica, “depende mucho de los estudios que se elijan”, aseguró Ioannidis. “Los expertos no se ponen de acuerdo sobre cuáles son los mejores estudios”.

“Algunos son claramente defectuosos, otros son buenos, pero muchos se encuentran en la zona gris, y la gente puede limitarse a elegir y seleccionar aquellos que concuerdan más con su narrativa”.

Los críticos de la nueva revisión afirmaron que los autores habían hecho exactamente eso, y no habían tenido en cuenta ni habían dado la importancia adecuada a los estudios que socavaban la hipótesis de que beber poco tenía beneficios.

Hasta hace 10 años, las directrices dietéticas del gobierno federal respaldaban la idea de que el consumo moderado de alcohol estaba relacionado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y una menor mortalidad general, e incluso podría ayudar a mantener la función cognitiva.

Pero en 2020, las directrices se modificaron para decir por primera vez que las “pruebas emergentes” indicaban que incluso el consumo moderado de alcohol era perjudicial, y podía aumentar el riesgo de morir por algunos tipos de cáncer y algunas enfermedades del corazón.

Estas directrices aún señalan que es seguro que los hombres beban hasta dos raciones estándar de alcohol al día y que las mujeres beban hasta una ración. (Una ración se define como 0.6 onzas líquidas de alcohol puro, equivalentes a 12 onzas de cerveza normal, cinco onzas de vino de mesa o 1.5 onzas líquidas de licores destilados).

El Instituto de la Cerveza sostiene que las actuales directrices dietéticas no deben modificarse sin una revisión científica objetiva y rigurosa. WineAmerica, grupo nacional que representa a cerca de 500 bodegas, afirma que las directrices “permiten a nuestra industria promover un consumo responsable.”

Una curva en forma de J

La idea de que un poco de alcohol es bueno para la salud fue expuesta por primera vez en la década de 1920 por Raymond Pearl, un científico de la Universidad Johns Hopkins, que describió los efectos del alcohol como una curva en forma de J.

Su estudio observacional, que introdujo la curva, descubrió que los bebedores frecuentes tenían las tasas de mortalidad más elevadas (la parte superior de la J). Los bebedores moderados tenían las tasas de mortalidad más bajas (la parte inferior de la J), mientras que los abstemios tenían más probabilidades de sufrir enfermedades cardiacas y morir que los bebedores moderados, aunque no tanto como los bebedores frecuentes (la punta ascendente de la J a la izquierda).

Decenas de estudios posteriores reprodujeron la tendencia, y durante años se dio por sentado que beber poco era bueno para la salud.

Pero a principios de la década de 2000, Kaye Middleton Fillmore, socióloga de la Universidad de California en San Francisco, empezó a preguntarse quiénes eran los abstemios y los bebedores moderados de los estudios.

Se preguntaba si algunos abstemios ya estaban enfermos o si habían dejado de beber debido a una enfermedad. Y los bebedores moderados, ¿podrían ser personas que habían adoptado otros hábitos de vida saludables, como hacer ejercicio con regularidad y comer con moderación, y tenían ventajas como mayores ingresos y educación?

Estudios más recientes, llamados estudios de aleatorización mendeliana, han intentado controlar estas variables estudiando a personas con variantes genéticas que cambian la forma en que metabolizan el alcohol, de modo que beber les provoca malestar y náuseas.

Por lo general, beben mucho menos a lo largo de su vida que otras personas, sin importar su clase socioeconómica, enfermedades previas u otros comportamientos. En estos estudios, no se observó que estas personas tuvieran mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiacas o muerte prematura, un hallazgo que, según algunos expertos, socavaba la hipótesis de que beber poco es beneficioso.

Sin embargo, la asociación cardiaca, en su declaración de julio, restó importancia a los estudios de aleatorización mendeliana “en favor de estudios observacionales desfasados y contradictorios”, escribió Luis Seija, internista que estudia la política de control del alcohol y las enfermedades hepáticas, en una publicación de su Substack, Last Call.

“Esto no es solo una disputa académica”, escribió Seija. La gente “verá titulares o citas como ‘Una o dos bebidas al día pueden reducir la enfermedad arterial coronaria’. Eso es lo que quiere la industria del alcohol”.

En respuesta a las críticas por haber dejado fuera de su revisión estudios importantes, la asociación cardiaca afirmó que los autores no estaban obligados a describir los criterios de inclusión y exclusión.

En una entrevista con el Times, Gregory Marcus, vicepresidente del grupo de redacción de la revisión, dijo que una abrumadora mayoría de los estudios mostraban de manera sistemática que los bebedores moderados viven más que los bebedores frecuentes y los abstemios.

“La mayoría de los estudios que analizan la mortalidad general tienen esta curva en forma de J”. Y añadió: “Es notable”.

Algunos críticos también han cuestionado si los autores de la revisión de la asociación cardiaca fueron examinados suficientemente en busca de relaciones pasadas con la industria del alcohol.

Entre los ocho autores se encontraba Kenneth Mukamal, que dirigió un ensayo clínico sobre el alcohol de 100 millones de dólares que fue abortado por los Institutos Nacionales de la Salud cuando se hizo público que él y funcionarios del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo habían solicitado 60 millones de dólares en financiamiento a los fabricantes de alcohol. La política de los NIH suele prohibir este tipo de solicitudes.

La asociación cardiaca dijo que su política solo exigía a los científicos que revelaran sus relaciones con la industria durante el año anterior al inicio de la revisión. Mukamal fue el ponente inaugural de una conferencia sobre vino y estilo de vida que se celebró en España en 2023 dentro de ese periodo.

Cuando el Times le preguntó sobre la conferencia, dijo que sus gastos fueron sufragados por la Universidad de Barcelona, uno de los patrocinadores de la conferencia, y no por la industria del vino. La página web de la conferencia dice que los participantes concluyeron que “se reconfirmó la validez de la curva J”.

Hay algo en lo que ambas partes del debate están de acuerdo: Los ensayos clínicos controlados aleatorizados ayudarían a resolver muchas cuestiones pendientes. Pero no todas.

Cuando en un ensayo reciente se indicó a los pacientes con fibrilación auricular, un trastorno del ritmo cardiaco, que dejaran de beber, su riesgo de sufrir un nuevo episodio disminuyó de manera drástica.

Sin embargo, los estudios observacionales han revelado que las personas que beben un vaso de vino al día tienen menos probabilidades de sufrir el trastorno. La revisión de la asociación cardiaca concluyó que el efecto del consumo moderado de alcohol sobre la fibrilación auricular “sigue siendo desconocido”.


C. The New York Times 

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