EL ÁNGEL EXTERMINADOR
Isabel Cárdenas Cortés
Sobre el regreso cinematográfico de Everardo González, director de La canción del pulque (2003), Los ladrones viejos (2007) y Cuates de Australia (2010), cintas que han sido premiadas en México y el mundo.
El documental El Paso tuvo su estreno internacional en el Festival de Cine de Morelia y el pasado 7 de noviembre clausuró el Certamen Internacional de Cine Documental sobre Migraciones y Exilios, en el Centro Cultural de España en México. Después de la función hubo un debate con Carmen Aristegui y el abogado Carlos Spector, quien lleva los casos de los protagonistas del filme: dos periodistas mexicanos que tuvieron que pedir asilo político en Estados Unidos a causa de la violencia, de amenazas contra ellos y sus familiares, asesinatos de sus seres queridos; uno de ellos tras ser secuestrado y milagrosamente haber sobrevivido.
Esto es lo que nos contó el realizador al finalizar la función, en una noche hermosa en la región más transparente.
¿Qué significa para ti que tu película haya clausurado este certamen y se haya estrenado en Morelia?
Yo no creo mucho en los estrenos, pero acepté estar en este certamen porque el perfil me interesaba, porque creo en la cooperación española, porque estaba involucrada Carmen Aristegui y porque había posibilidades de que estuviera Carlos Spector. Sabía que el público que iba a estar aquí era un público sensible a la historia que yo estaba presentando. Es una audiencia más natural, incluso más que la de un festival de cine, como Morelia. Este es un evento más político, y todos mis documentales tienen un escenario político, aunque no se habla sobre la política sino sobre los seres humanos.
¿Cómo encontraste a tus protagonistas? ¿O encontraste primero al abogado Carlos Spector?
Primero encontré la organización Mexicanos en el Exilio y a varios personajes, porque yo estaba haciendo otra película y se cayó, no la pude financiar. Es un ensayo que ahora estoy haciendo, varios años después. De ahí tomé tres historias que me interesaron de tres reporteros. Uno de ellos ya no salió en el documental: Miguel Ángel López, que está ahora en Austin. Pero decidí concentrarme en estos dos periodistas, pues sus historias se amalgamaban con un abogado: Carlos Spector, y porque sucedían en El Paso, Texas. Entonces la puerta de entrada fue Mexicanos en el Exilio. Siempre es muy útil cuando tu puerta de entrada es el abogado.
No creas que fue fácil. Pasó un año y medio para que yo lograra que los periodistas me dijeran: “Sí, puedes grabar a mi familia”. Un año y medio de rogar, de estar con ellos y de entenderlos. Pero la puerta fuerte fue la presión política de Carlos Spector.
¿Y a Spector cómo lo conociste?
Por la organización. Le escribí un correo y me recibió. Hice un viaje a El Paso para conocerlo, me recibieron muy bien. Nos hicimos muy buenos amigos, pero fue porque primero busqué la organización.
A pesar de que los casos de los dos periodistas son muy fuertes, yo pienso que Spector es tu personaje más carismático. ¿Qué opinas?
Puede ser, porque él es que saca del infierno a la gente. Siempre hace falta un personaje así que, de alguna manera, en medio de la desgracia sea el que saca a los otros.
¿Él te presentó a Ricardo y a Alejandro, los dos periodistas? ¿No fue difícil lograr que hablaran contigo y frente a la cámara?
Sí fue difícil y luego, pues son reporteros, ellos ya también entienden que lo suyo vale. No fue fácil. A ellos ya se les habían acercado otros medios de televisión y sintieron que habían lucrado de más con sus historias. Entonces estaban un poco recelosos, pero bueno, yo no soy así.
Algo que me gusta mucho de tu documental es que es muy íntimo y que todos son muy naturales frente a la cámara, lograste un nivel de confianza con las familias muy profundo. ¿Cómo lograste esto?
Pues con el tiempo, respeto, empatía, yo creo que así, como se hacen los amigos. Las preocupaciones de ellos, de los personajes, son en gran medida las mismas que yo tengo. Para mi el tema de la libertad de expresión en la cinta es una abstracción; a mí me siguen interesando más las personas. Es la violencia sutil la que está latente, la que mete miedo. Yo siento que hay que bajar el umbral de la indignación. No hay que esperarnos a ver muertos masacrados para indignarnos.
En mi película vemos a un periodista que ahora se dedica a atender un restaurante de tacos, a una niña que sigue el patrón del padre, trabajando en las maquilas, trabajando en otro restaurante de comida rápida. Eso es el gran problema del migrante allá, pero es el gran problema de todo el “mundo migratorio”.
¿Por qué escogiste como escenario para tu película "El Paso", por Spector? ¿Es una ciudad segura a pesar de estar a lado de Ciudad Juárez?
Porque la organización está ahí, es la frontera más emblemática del mundo, es icónica. Sí es terrible, pero también es segura. Sí viven tranquilos ahí los mexicanos en exilio. Es paradójico y contradictorio. Aun así, no dejan de vivir en la paranoia, como puedes ver en la escena cuando uno de los personajes está esperando a que su hijo llegue de la escuela, y se asoma por la ventana. En la construcción narrativa yo quería que se sintiera esa paranoia. Viven con la zozobra, el miedo sigue. Y por otro lado el miedo a la deportación. En el caso de Ricardo, que ya logró el asilo político, el miedo de la deportación es fuerte porque es él y la familia completa. Y su hermana todavía no lo logra.