Actualmente se vive en una cultura guiada por la ley del mínimo esfuerzo, en la que todo pareciera ser mejor si se consigue de forma rápida, cómoda o si no implica realizar algún esfuerzo. Sin embargo, debería ser lo contrario, "las cosas que son buenas y te llevan a lograr tus objetivos, normalmente requieren un esfuerzo importante y grandes satisfacciones".
Es así como lo describe la licenciada Elizabeth Álvarez Anguiano, psicóloga de nivel secundaria del Instituto Sanford, quien a través de la escuela para padres comparte herramientas y recursos para implementar en casa.
Explica que uno de los objetivos es lograr que los hijos a edad temprana puedan valorar los logros a base de esforzarse para alcanzar sus objetivos, los cuales desde pequeños los podrán llevar a perseguir sueños cada vez mayores.
"La recomendación es para los padres de familia, por ejemplo, un bebé que empieza a gatear, en la medida que se le permita avanzar a su propio ritmo y no se le dé todo de manera sencilla sino que se le permita esforzarse para alcanzar un juguete, porque si no se deja que él lo busque, se le está enviando el mensaje incorrecto".

Recalca que, si por el contrario, se le deja gatear para alcanzar su juguete se le envían dos mensajes, el primero es que para lograr la meta deberá trabajar, esforzarse y puede que le cueste, pero también, tendrá la satisfacción de haberla alcanzado.
"De ahí en adelante, en la medida que los niños van logrando cosas, a medida que crecen hay que permitirles que las hagan, las mejoren, motivarlos a que lo sigan haciendo y también es importante ofrecerles algún tipo de recompensa".
Explica que al hablar de recompensa no necesariamente se refiere a un bien material, sino que un niño puede sentirse muy feliz con un abrazo de su mamá o de su papá, con un rato de juego o con una comida especial preparada para él.
"El consejo sería no facilitar demasiado las cosas, sino permitir que de acuerdo a su edad y a su ritmo ellos se esfuercen por lograr objetivos, los cuales van cambiando".
Crear red de apoyo
Por otra parte, menciona que actualmente es importante entender y validar la emoción de los niños, ante el casi año que han tenido que estar en casa para cuidarse y evitar contagios por covid-19.
"Creo que todas las personas hemos pasado por diferentes estados emocionales en esta situación, y a todos ha afectado de distinta manera. En cuando a los niños y adolescentes al estar en pleno momento de crecimiento, desarrollo o maduración les cuesta mucho más trabajo entender lo que se está viviendo, les causa frustración y sobre todo el cambio tan drástico de que un día para otro dejaron de ver a sus amigos".
Afirma que es necesario validar su emoción, permitiendo que lo expresen, "muchas veces como adultos le restamos importancia y no lo decimos verbalmente, pero con las actitudes o gestos se les da entender que están exagerando o que lo que sienten no es importante, y al contrario, es necesario mantener una comunicación".
Finalmente, menciona que si el niño o adolescente se siente triste, frustrado o desmotivado, se deben abrir las puertas para que hable, "hay que conversar con ellos de la situación que se está viviendo, que no es para siempre, y tratar de hacerles ver la esperanza de que las cosas pueden tener momentos difíciles pero que va a pasar. No quedarse ciclados sino ver qué se hará después para incrementar la motivación".