La rumba cubana fue declarada ayer patrimonio cultural de la Unesco, pero aquellos que quieran comer contemplando un espectáculo de música y baile en el conocido restaurante El Guajirito se toparán con un escenario vacío.
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También los turistas que quieran tomar un daiquiri en El Floridita, el bar favorito del legendario escritor estadunidense Ernest Hemingway en la Habana Vieja, se encontrarán con las puertas cerradas.
Mientras Cuba cumple nueve días de luto por la muerte el viernes de Fidel Castro, los turistas deambulan por las silenciosas calles de La Habana. Las autoridades prohibieron la venta de alcohol, los espectáculos fueron cancelados, lo que deja a los turistas con pocas opciones de entretenimiento.
Los estadunidenses se contentan con escuchar charlas sobre la música cubana en lugar de escuchar los sones de la rumba, que ayer fue inscrita en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (Unesco por sus siglas en inglés).
JuTina Singletary, una maestra de Luisiana, fue el martes a la Plaza de la Revolución en la que cientos de miles de cubanos rindieron tributo al hombre que los gobernó durante medio siglo. “Podré regresar muchas veces por la música, pero esta experiencia es única”, señaló.
“Tengo otra visión de Fidel. Veo que ha hecho buenas cosas”, dice Sandi Rockers, un contador de Nuevo México, al enumerar los logros de Castro en educación y salud.
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Hordas de estadunidenses han visitado Cuba desde que el mandatario Barack Obama y el presidente Raúl Castro decidieron restaurar relaciones en diciembre de 2014.
Casi 137 mil estadunidenses viajaron a Cuba en la primera mitad del año, 80% más que en el mismo periodo en 2015.
FLC