Investigadores y especialistas en materia de conservación de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), lograron recuperar el violín amarillo del músico Macedonio Alcalá, compositor de la celebre pieza musical "Dios nunca muere", que se encontraba desaparecido desde hace medio siglo.
El instrumento fue localizado dentro de un antiguo baúl, localizado en una bodega del viejo edificio de la escuela de Arte, Declamación y Música de Oaxaca, hoy la sede de la Facultad de Bellas Artes de la institución educativa.
El director de vinculación de la institución, Luis Omar Santiago Hernández, indicó que la familia del celebre músico decidió donar el instrumento a la tutela de la universidad, donde estuvo perdido por décadas,
Para distinguir el violín amarillo se hizo saber en una carta de donación que el instrumento cuenta con una mancha de tinta y sus cuerdas son de tripa de gato.
Junto con el violín fueron también cedidas algunas de las composiciones musicales y partituras creadas por Macedonio Alcalá, que están elaboradas a mano.
En el mismo baúl se localizó el violín de su hermano, José Alcalá, que hoy está guardado en una urna, bajo resguardo de las autoridades universitarias.
Santiago afirma que una vez colocadas en la urna se buscó ofrecerle un tratamiento de conservadores para evitar su deterioro con el tiempo y por el ambiente.
Anunció que el próximo año habrá una gira por todo el estado para exhibir el instrumento musical, que no ha perdido con el tiempo su acústica, buscando que los mejores talentos musicales del país puedan ejecutar las creaciones musicales creadas por el celebre Macedonio Alcalá.
De acuerdo con autoridades de la UABJO, fue el 17 de enero de 1950 cuando los hermanos Esperanza Alcalá y José Joaquín Alcalá realizaron el acto de donación del violín amarillo y las dos partituras de su abuelo don Macedonio Alcalá a la institución y al gobierno de Oaxaca.
En la carta se expresa que la entrega se realiza sin propósitos especulativos, sino como una muestra de agradecimiento y afecto a la sociedad y al pueblo oaxaqueños, que con tanta veneración recuerdan el nombre del músico que concibió un vals que, andando el tiempo, había de ser para todo oaxaqueño su himno regional, "Dios nunca muere".
Historia de un instrumento
A fines del año 1867 y por causas de diversa índole, el maestro Macedonio Alcalá se vio obligado a emprender un viaje a las Mixtecas. Abandonó esta ciudad natal en compañía de su esposa, la señora Petronila Palacios de Alcalá (no Ana Luisa como se ha asentado erróneamente), y de sus pequeños hijos José, Ignacio y soledad.
En la población de Yanhuitlán, de donde su esposa era nativa, permaneció ella con sus hijos en tanto que el compañero de su vida continuó solo. En 1868 volvió ya muy enfermo a Yanhuitlán, de donde continuó el retorno de Oaxaca en compañía del mayor de sus hijos, José, a la sazón de 11 años de edad. Imposibilitado en absoluto para trabajar y agravándose sus padecimientos de día a día, murió prácticamente en la miseria el 24 de agosto de 1869, en una casa situada al costado del Templo de las Nieves, exactamente la que hoy es número 85 de la avenida Morelos.
Pasaron los años, y ya en las postrimerías del siglo pasado, el entonces joven abogado y después probo y conocido notario público oaxaqueño don Juan Varela, fué nombrado juez de primera instancia para el Distrito de Juxtlahuaca. Allí fue informado de que años atrás y a su paso por esa población, el compositor Macedonio Alcalá, seguramente atenazado por la necesidad, había dejado rematado o pignorado un violín que llevaba durante su desafortunada gira.
Don Juan Varela, antiguo discípulo de don Nabor Alcalá y violinista aficionado, adquirió el instrumento con todas las reservas del caso. Afortunadamente, a su vuelta a Oaxaca, el violín fue reconocido como el que había pertenecido a su antiguo compañero, Macedonio Alcalá, por dos músicos de su tiempo: los profesores don Cosme Velásquez y don Manuel María Monterrubio. La identificación se basó en las características del instrumento, en su marca grabada, al parecer a fuego o con alguna tinta indeleble, y por una mancha, de sangre o tinta, que aún puede observarse cerca de una de las "efes".
Varela conservó algunos años su adquisición hasta que, hacia 1908 o 1909, lo obsequió al compositor y violinista José Alcalá, quien lo poseyó hasta su muerte, el 27 de junio de 1915. El violín quedó entonces al cuidado de su esposa, quien antes de fallecer tuvo la idea de cederlo, cosa que concretaron sus hijos.
Un violín entre muchos
Se trata de un violín relativamente corriente, aunque de factura europea; su marca, Plumerel, no es ni con mucho de las grandes épocas. Sin embargo, los conocedores suponen que el instrumento tiene más de cien años.
En lo que respecta a los manuscritos, estos fueron encontrados en un antiguo álbum de piezas para piano de diversos compositores del segundo tercio del siglo pasado.
Al fallecer por los años de 1880-81 los Profesores Nabor y Bernabé Alcalá, los archivos musicales de ambos pasaron a poder de su sobrino José, que para entonces ya había terminado sus estudios violinísticos en el Conservatorio Nacional de Música. Fue éste quien seguramente mandó encuadernar las copias sueltas para formar el álbum. A su muerte, como ya se dijo en 1915, tocó a uno de sus nietos revisar y catalogar su biblioteca, siendo hasta entonces cuando se descubrió la existencia de esas dos composiciones de Macedonio Alcalá.