Virales

Alejandro Colom, creador de contenido, cuestiona el poder de las redes sociales: "la gente confía demasiado en lo que decimos"

Colom es uno de los muchos creadores que han entendido las reglas del juego digital y las han usado a su favor.

Hace unos años, la idea de que alguien pudiera ganarse la vida creando videos para internet parecía poco realista. Hoy, figuras como Alejandro Colom han convertido el contenido digital en una industria millonaria, redefiniendo no solo el entretenimiento, sino también la manera en que consumimos información.

Pero, más allá de las cifras, el fenómeno de los creadores de contenido plantea preguntas más profundas: ¿Cómo está cambiando nuestra relación con los medios? ¿Hasta qué punto los influencers moldean nuestra visión del mundo? Y, sobre todo, ¿quién controla realmente el flujo de información en las redes sociales?

Colom es uno de los muchos creadores que han entendido las reglas del juego digital y las han usado a su favor. Con un estilo cercano y auténtico, ha construido una audiencia fiel en plataformas como Instagram, TikTok y YouTube. Sin embargo, su éxito no se basa únicamente en su carisma o creatividad, sino en su capacidad para adaptarse a un ecosistema que cambia constantemente.

"Las redes no son lo mismo que hace cinco años", comenta Colom. "Si sigues haciendo lo mismo, te quedas atrás. La clave es estar atento a lo que la gente quiere ver y encontrar la manera de ofrecerlo sin perder tu identidad".

En un mundo donde la inmediatez y el consumo rápido de información dominan, los creadores de contenido han desplazado a los medios tradicionales en la tarea de captar la atención del público. Un estudio reciente de Ofcom reveló que, para la generación Z, los influencers son una fuente de información más influyente que los periódicos o la televisión.

Esto plantea desafíos tanto para los periodistas como para los consumidores. La información que circula en redes muchas veces carece de verificación, y los algoritmos favorecen el contenido más atractivo, no necesariamente el más riguroso. En este contexto, Colom reconoce la responsabilidad que conlleva su trabajo.

"El problema es que cualquiera puede decir cualquier cosa en redes y la gente lo cree", señala. "Yo intento ser transparente con mi audiencia, pero no todos lo hacen. Al final, el contenido que se viraliza no siempre es el más fiable".

El éxito en redes sociales tiene su lado oscuro. La presión por generar contenido de manera constante puede ser agotadora, y la lucha contra el algoritmo se convierte en una batalla diaria. "Si no publicas, desapareces", dice Colom. "Es una sensación extraña, porque nunca sientes que puedes tomarte un descanso".

Este ritmo frenético ha llevado a muchos creadores a enfrentarse al burnout digital. Un informe de la Universidad de California encontró que más del 70% de los influencers sufren estrés laboral debido a la exigencia de mantenerse activos en sus plataformas.

"Al principio, lo hacía por diversión", cuenta Colom. "Ahora es mi trabajo, y aunque me encanta, hay días en los que es difícil. La gente solo ve la parte bonita, pero no ve las horas que pasamos editando, planificando y lidiando con la presión de las redes".

Además, la monetización sigue siendo un desafío. Aunque algunas marcas pagan bien por colaboraciones, muchas plataformas han reducido los ingresos por publicidad, lo que obliga a los creadores a diversificar sus fuentes de ingreso.

"Las plataformas controlan cuánto ganas", explica. "Si mañana YouTube decide cambiar su sistema de monetización, miles de creadores se quedan sin ingresos. Por eso muchos buscamos formas de no depender de una sola fuente".

Más allá de las implicaciones económicas, el auge de los influencers está transformando la forma en que interactuamos con el contenido. La era del periodismo tradicional ha dado paso a una nueva realidad en la que la información se consume en pequeños fragmentos y donde los creadores tienen un poder sin precedentes sobre la opinión pública.

El caso de Colom es un ejemplo de cómo un influencer puede convertirse en una figura clave en la conversación digital. Sus seguidores no solo consumen su contenido, sino que confían en él como una fuente de referencia en distintos temas.

Esto, por un lado, democratiza el acceso a la información, pero por otro, plantea el riesgo de que las narrativas estén dominadas por voces individuales en lugar de por un periodismo estructurado.

"A veces siento que la gente confía demasiado en lo que decimos. Está bien que los creadores tengamos voz, pero también es importante que la gente busque información en otros lugares y no se quede solo con lo que ve en redes".

A medida que el ecosistema digital sigue evolucionando, el papel de los influencers como Colom también se redefine. Algunos los ven como la próxima generación de comunicadores; otros, como una amenaza a la veracidad de la información. Lo cierto es que su impacto es innegable.

Colom es consciente de que su éxito no está garantizado. "Hoy estamos aquí, pero mañana puede que todo cambie", reflexiona. "Lo único que podemos hacer es seguir aprendiendo y adaptándonos".

El futuro de los medios digitales es incierto, pero una cosa está clara: los creadores de contenido ya no son solo una moda pasajera, sino una parte fundamental del paisaje mediático contemporáneo

DAG

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Diego Almanza
  • Diego Almanza
  • diego.almanza@milenio.com
  • De la FES Aragón para el mundo. Periodista. Convencido de que la música siempre es la respuesta. Catador de conciertos y festivales
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