Al otro lado del teléfono, Gregoria Ortiz, momentos antes de irse a trabajar, dice que el sábado 10 de mayo, día de las madres, ella no tiene nada que celebrar. Irá a la Ciudad de México a marchar.
El 21 de marzo de 2007, su hijo Gustavo Alberto de la Cruz Ortiz, desapareció en Pachuca. No regresó de la escuela secundaria general número 1 tras salir de clases del turno vespertino. Desde ese año Gloria no festeja el día de las madres.
-Las madres que tenemos un hijo desaparecido ¿qué podemos celebrar?-, dice.
-¿Cómo se siente usted los 10 de mayo?
-Híjole, ¿qué le puedo decir?, el 9 de mayo es mi cumpleaños, el 10 es el día de la madre, pues no, no hay nada que celebrar-, insiste.
Su hijo tenía 12 años cuando desapareció, hoy tendría 30. Gloria ha buscado a Gustavo por 18 años, ha recorrido el país entero y de él, hasta el momento, no sabe nada.
Gustavo cursaba el primer año de secundaria en el turno vespertino, salía a las 19:30 horas de clase. Aquel miércoles no regresó a casa. Por la mañana le ayudó a su mamá a poner su puesto de comida en la primaria Fuentes y Bravo, de ahí se fue a la secundaria para no volver.
“Recuerdo que le di un beso y me dijo: ya me voy. Me dijo que le diera para la escuela y le dije que su hermana ya le había dado, le dio risa y me dijo: ya me voy. Fue la última vez que lo vi”, cuenta la madre.
Como en el 2007 no había instancias para reportar la desaparición de una persona las denuncias se podían hacer incluso en los hospitales pues contaban con Ministerio Público y Georgina acudió al Hospital General de Pachuca a iniciar, en ese entonces, una averiguación previa.
Pidieron un rescate por su hijo
Dos semanas después recibió una llamada en la que le pedían un rescate de 60 mil pesos por su hijo, pero Gregoria cree que se trató de una extorsión y no de alguien que realmente tuviera cautivo a Gustavo luego de haber pegado volantes de la desaparición de su hijo por todo Pachuca con su número telefónico.
Gregoria ingresó a la Asociación Mexicana de Niños Robados y Desaparecidos y en 2012 las madres marcharon en la Ciudad de México un 10 de mayo. Desde entonces cada año, en ese fecha, Goyita, no ha faltado una sola vez, marcha por su hijo desaparecido.
Recuerda a Gustavo con cariño. Su hijo se sentaba en sus piernas cada que llegaba de la escuela. Para Goyita él era un niño alegre al que le gustaba, como a los niños de su edad, jugar maquinitas en la tienda de la esquina.
El caso de Gustavo pasó a la Fiscalía de Delitos de Desaparición de Personas de la Procuraduría, creada en octubre de 2018 y que en 2024 sumaba, tan solo en ese año, más de 250 carpetas de investigación por personas desaparecidas.
-¿Cómo se vive con un hijo desaparecido?-
-Pues trata uno de echarle ganas, ahorita tengo dos nietos de mi hija Diana y son los que me dan fuerzas para seguir adelante.
El día que Gustavo se despidió de su madre para irse a la secundaria ella lo miró y le dijo que Dios lo acompañara. Él le dio un beso, se fue a la escuela y no volvió a casa.
-¿Usted en el fondo de su ser siente que su hijo está vivo?
-Yo quisiera que así fuera, quisiera encontrarlo de la forma que sea y descansar porque han sido 18 años de dolor, de larga espera y de no vivir.