En la última década, la ruta de los camiones que transportan gas LP se ha convertido en una amenaza latente, con explosiones en hospitales, choques en autopistas y estallidos en cruceros urbanos han cobrado la vida de 40 personas y dejado al menos 188 heridos en distintos puntos del país, revelando el alto riesgo de una industria que se mueve cada día entre miles de conductores y peatones.

Desde 2015 hasta ayer se han documentado nueve siniestros en los que las pipas colapsaron por fallas en sus sistemas y terminaron convertidas en bolas de fuego. Cada accidente arrasó con lo que encontró a su paso: viviendas, automóviles, calles enteras y, en los casos más complicados, familias completas; dejando escenas de devastación en zonas urbanas y carreteras.
¿Cuáles son los requerimientos para operar pipas de gas LP?
Para que una empresa opere pipas de gas LP en el país se requiere la autorización del gobierno federal; instancia que permitirá su circulación y distribución de combustible.
La Secretaría de Energía (Sener) fija la política general del sector y los lineamientos para otorgar los permisos para el transporte, distribución, almacenamiento y expendio del insumo. Ninguna pipa puede operar sin un permiso vigente.
Por su parte, la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente, perteneciente a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), es la responsable de vigilar la seguridad operativa en toda la cadena de hidrocarburos.
Supervisa que las pipas cumplan con las normas oficiales en materia de diseño y mantenimiento. Además, tiene la facultad de inspeccionar, sancionar o clausurar instalaciones que representan riesgos para la población.

Otros accidentes por pipas de gas en México
Entre los accidentes registrados por MILENIO, se observa que los choques y volcaduras de pipas en carreteras y avenidas evidencian la fragilidad del transporte de materiales peligrosos. Las fugas en mangueras y tanques durante las maniobras de carga o descarga derivaron en explosiones fatales.
El hecho más reciente ocurrió ayer en el Puente de La Concordia, en Iztapalapa, donde una pipa explotó al circular por la Calzada Ignacio Zaragoza. La onda expansiva alcanzó a decenas de automóviles y unidades de transporte público, provocando escenas de caos y obligando a cerrar una de las arterias más transitadas de la Ciudad de México.
Hasta el momento el saldo es de 88 heridos y ocho personas muertas, según confirmaron autoridades capitalinas. El incendio, que consumió vehículos y dañó la estructura del puente, reavivó el debate sobre la regulación y supervisión del transporte de gas en zonas densamente pobladas, donde la presencia de estas unidades representa un riesgo constante.
Ante la gravedad del incidente, autoridades y ciudadanía acudieron al lugar para auxiliar a las víctimas que fueron alcanzadas por las llamas, lo que ayudó a que la tragedia no fuera mayor. Incluso, los cuerpos de seguridad agradecieron a la ciudadanía el apoyo para salvar a las personas implicadas.
“Es una fuerza de México, que cuando tenemos ese tipo de crisis la respuesta es inmediata; porque hubo gente que estuvo todavía en la madrugada ayudando, apoyando a los cuerpos de emergencia, acercando a los hospitales. Se agotaron los recursos para ubicar a familiares y trasladarlos al hospital”, recuerda Peña, quien asegura que sin esa reacción las pérdidas habrían sido mayores.
Otro de los accidentes más importantes de pipas de gas LP se dio justamente hace una década, el 29 de enero de 2015 en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa, cuando una pipa que abastecía al nosocomio tenía una fuga en la manguera, derivando en una explosión que derrumbó parte del edificio.
En este accidente fallecieron ocho personas que se encontraban en las inmediaciones del hospital, mientras que otras 73 personas resultaron heridas. La mayoría de ellas fueron pacientes que se encontraban internados por otro tipo de enfermedades, y que adicionalmente tuvieron que ser atendidas por las quemaduras y lesiones que provocó el derrumbe de la barda perimetral del inmueble.
La magnitud del siniestro expuso las deficiencias en la operación de estas unidades en espacios urbanos sensibles, lo que derivó en cuestionamientos públicos y en sanciones para la empresa responsable del suministro, pues la válvula de seguridad no fue asegurada al momento de conectar la manguera de suministro, provocando la fuga del gas y posterior explosión.
En 2016 se registraron dos casos en Nuevo León: en Santa Catarina, la volcadura de una doble pipa en la autopista a Laredo dejó dos muertos. Meses después, en García, un tren impactó contra una cisterna de gas, lo que provocó una explosión que lesionó a una persona y forzó la evacuación de colonias enteras.

Un año más tarde, en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco, una pipa vacía chocó contra una camioneta y se incendió en segundos, con saldo de dos lesionados y un muerto. En 2019, en San Antonio Tecómitl, Milpa Alta, una cisterna explotó y causó daños a viviendas y bardas de la zona, dejando seis personas heridas.
En Chachapa, Puebla, la volcadura de una pipa en 2020, no dejó víctimas. Lo mismo que el incendio de una cisterna cerca del Mercado de Jamaica, en 2021, en la Ciudad de México. Sin embargo, ambos episodios generaron evacuaciones preventivas y pusieron en evidencia la vulnerabilidad de zonas habitacionales y comerciales.
El 15 de mayo de este año, en Tehuacán, Puebla, un tráiler se impactó contra una pipa en la autopista Cuacnopalan–Oaxaca, lo que derivó en una explosión que dejó 21 muertos y un número indeterminado de lesionados. El caso se convirtió en uno de los más mortales de los últimos años en carreteras del centro del país.
MD