Si uno observa con detenimiento el acta de nacimiento de Lino Korrodi (Tamaulipas, 1943) descubrirá que entre los testigos hay una mujer llamada Ana “N”, mejor conocida entre la familia del empresario como Anita La Payasa, dueña de un burdel en su natal Mante.
La madre de Lino era la partera del pueblo y tuvo tantos hijos (14 o 15) que apenas tenía tiempo para otras actividades. La madame estampaba su firma en el acta de los niños y así pagaba la penicilina a las empleadas del prostíbulo.
Korrodi fue pieza clave en la transición política de 2000. Encabezó, junto con otros empresarios, los Amigos de Fox, una estructura de mercadotecnia, logística y recaudación de fondos paralela al PAN que permitió echar del poder al PRI luego de 79 años.
¿Político o empresario?
Empresario
¿Amigo de AMLO?
No. Lo conozco superficialmente. Firmé como empresario un documento para apoyarlo y lo hice a petición de un buen amigo mío, Alfonso Durazo.
¿Amigo de Fox?
Esa pregunta es un insulto –bromea–. Fue buen ejecutivo en Coca-Cola, buen candidato, pero mal empresario: quebró todas las empresas de su familia. Luego perdió el rumbo.
¿Hay amigos en la política?
No hay amigos, hay intereses.
¿Lino Korrodi tiene amigos?
¡Un chingo! Tengo cuentas en WhatsApp de México, de Estados Unidos, del Tec de Monterrey... Nos hablamos y tratamos de ayudar a quien lo necesite.
¿Es amigo de los Amigos de Fox?
Ese grupo compacto tronó precisamente por los intereses políticos y las ambiciones brutales de algunos de hacer dinero de manera insana.
¿Hacer política desgasta?
Te enferma si no estás preparado.
¿Vives la austeridad republicana?
Vivo en un pequeño departamento; tengo 50 camisas, pero solo uso 10 y vivo pendiente de mis tres hijas y mis nietas. ¡Para qué chingados quiero más!
¿Cómo ves a AMLO?
Hay que darle el beneficio de la duda. Seis meses son pocos para juzgar un gobierno.
¿Cómo comienza tu día?
Camino y atiendo mis dos gasolineras. Durante años corrí y frecuenté gimnasios, pero tienes que respetar los tiempos de la vida, porque si no te lleva la chingada muy rápido.
¿Chupe o comida?
¡Ambas se combinan de poca madre!
¿Cuándo fue tu última borrachera?
En Miami, hace dos años. Tomé champaña y no recuerdo cómo llegué al cuarto del hotel.
¿No te parece que 15 hermanos son muchos?
Éramos tantos que mi mamá nos ponía vestido para que no saliéramos de vagos, ¡pero nos valía madre!
¿Dónde naciste?
En Mante, Tamaulipas, zona de muchos canales, como en Venecia, pero a lo pobre.
¿Tu apellido es francés?
Suizo.
¿Cómo llegaron los Korrodi aquí?
Mi abuelo era de Zúrich. Era un gambusino que llegó como carnicero a Veracruz, pero hizo otras cosas en Durango, Colima y Querétaro. Luego regresó a Suiza.
¿Tienes familia allá?
Cada primavera se reúne en Suiza esa rama de los Korrodi –hay un chingo de Korrodi, son como los Villarreal en Monterrey–. Viajé cuatro veces, pero luego me dio flojera.
¿Cómo diste con ellos?
Cuando iba a Europa como directivo de Coca-Cola los buscaba, pero sin suerte. Luego ellos dieron conmigo durante la transición de 2000. En el primer viaje de Fox a Davos conocí a mi primo Nicole. Entonces llamé al Presidente y le dije: “¡Ya ves que sí soy suizo, wey!”
¿Buscarás ser gobernador, diputado, senador?
No. Exploré la posibilidad en Tamaulipas, a invitación del PRD, cuando Jesús Ortega era presidente. Luego recibí una invitación de Eugenio Hernández para que declinara. Al final decidí que no. No había condiciones políticas ni de seguridad.
¿Qué le dirías a Trump?
Dios quiera que no pagues una factura tan alta por la política tan inhumana contra los migrantes.
Elige un político. ¿Qué le dirías?
Poncho Durazo: antes de tomar cualquier decisión piensa con generosidad. Eres muy capaz, un político profesional, es decir, alguien que no basa sus decisiones en intereses de partido. De ti dependen miles de vidas: no hagas lo que hicieron Fox y Calderón.
¿Piensas en la muerte?
Pienso y hay momentos en que cuesta trabajo aceptar que ya no estarás aquí.
¿En paz con la vida?
Tengo control de mis emociones y mis pensamientos. Estoy en paz.
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