Ciudad de México /
La ética laica es inmensa; nunca es absoluta, no excluye, siempre admite dudas y entiende, como ya escribí, que antes de opinar es menester individualizar. Ética laica e incertidumbre conforman un binomio exquisito. Carniceros, matemáticos, marchantes y filósofos arropados por la sabiduría de la incertidumbre crecen cuando dicen “no sé”. Los políticos religiosos y los religiosos políticos estudiaron en claustros y universidades donde decir “no sé” es sacrilegio.