En un gesto que mezcla memoria, orgullo y tradición, la calle privada ubicada entre el 5 y 6 Berriozábal en la capital tamaulipeca recibió un nuevo nombre que evoca sazón, cariño y un legado profundamente enraizado en la gastronomía local: Privada Doña Tota.

La develación de la placa estuvo encabezada por la presidenta del DIF Tamaulipas, María de Villarreal, acompañada por integrantes de la familia Martínez de León, herederos del espíritu emprendedor de Carlota Murillo, mejor conocida como Doña Tota.
El acto reunió a vecinos, trabajadores y curiosos que se acercaron para ser parte del homenaje a una mujer cuya cocina marcó generaciones.
¿Quié es Doña Tota?
Carlota Murillo, fundadora del icónico negocio de gorditas tamaulipecas, Doña Tota dio sus primeros pasos en el comercio local en 1952, en la misma Ciudad Victoria. Lo que comenzó como un “changarro” informal en la calle 8 Berriozábal, rápidamente se transformó en un fenómeno gastronómico, conocido por el sabor, limpieza y peculiar forma de atención al cliente.
“Era una cajita de sorpresas”, recuerda don Pedro Mier, uno de sus fieles comensales. “Si un muchacho andaba mal con la novia, no le vendía gorditas. Y si pedías más de una, te decía que no. Había que comer una por una. No era la típica comerciante, pero aún así la queríamos”.
Más allá de su carácter, fue la sazón, la textura y la calidez lo que convirtió sus gorditas en parte de la identidad de Ciudad Victoria. Hoy, décadas después, su legado se expande por el país y su nombre vive en cada sucursal que lleva su esencia a nuevas generaciones.