Desde una ciudad fronteriza marcada por la violencia y las desigualdades, un joven de 16 años está demostrando que la ciencia y la empatía pueden cambiar el rumbo de comunidades enteras. Mauro Ernesto García Ramírez, estudiante del CETis No. 71 en Reynosa, Tamaulipas, fue nombrado entre los 50 finalistas del Global Student Prize 2025, un reconocimiento internacional que distingue a estudiantes excepcionales que están transformando el mundo desde sus entornos locales. Él, fue seleccionado entre casi 11 mil postulaciones de 148 países.
Global Student Prize
Es un premio de 100 mil dólares entregado por la Fundación Varkey en alianza con Chegg.org. Busca destacar a estudiantes con logros sobresalientes en lo académico, el activismo, la innovación social y el impacto en su comunidad. Este reconocimiento se ha consolidado como una de las plataformas más importantes a nivel mundial para amplificar las voces de jóvenes agentes de cambio.
“Mi familia es el factor principal de que yo haya logrado todo lo que tengo ahorita”, contó Mauro en entrevista, con la claridad de quien ha encontrado en el hogar una fuente inquebrantable de impulso. Criado por su madre y su hermana, su entorno inmediato no sólo lo acompañó en sus primeros pasos hacia la ciencia, sino que también lo sostuvo durante momentos cruciales, como cuando su madre fue diagnosticada con cáncer de ovario en etapa 3. “Fue un proceso muy muy extenso y muy complicado porque estar en el proceso de la cirugía, faltar una semana (a la escuela) es como perderte muchos trabajos y tareas, pero más allá de eso pues también emocionalmente. Creo que nadie estaba preparado para eso”, narró Mauro
Reynosa, su ciudad natal, también ha marcado su vocación.
“Reynosa es una ciudad grande que consta de muchos migrantes de otros países y de los mismos estados de aquí de México. Nací en un tiempo en el que la inseguridad era muy marcada, pero a pesar de eso hemos salido adelante”.
En medio de ese contexto, Mauro encontró una misión: usar la tecnología para dar soluciones reales a los problemas de su comunidad.

Proyecto de Mauro inicia desde la secundaria
Fue en secundaria cuando dio vida a su primer proyecto: Clean Bag, una cabina de desinfección para mochilas equipada con luz ultravioleta, ozono y un detector de metales.
“Lo creé en 2022 cuando íbamos regresando de la pandemia y pues iban empezando otra vez las clases en las escuelas de manera presencial. Entonces yo identifiqué que todas las personas siempre estábamos tan centradas en nuestra higiene y desinfección personal que no nos interesábamos por cuáles eran los objetos que nos acompañaban a diario. Entonces yo como estudiante identifiqué un objeto que nos acompaña todos los días, que en este caso pues es la mochila. Al estar investigando sobre esto encontré que la mochila tiene miles y millones de virus y bacterias dentro de ellos”.
La cabina sanitiza y, al mismo tiempo, permite detectar armas blancas o de fuego, una respuesta preventiva ante el aumento de la violencia escolar.

Pero el proyecto que más lo ha marcado, dice, es Radar Sense, un sistema de vincha y pulsera inteligente diseñado para personas con discapacidad visual. “Nació a partir del accidente de un compañero ciego que se golpeó la frente con una rama. La banda de la cabeza es la principal innovación porque actualmente no existe ningún dispositivo que detecte objetos por arriba de la cintura”.
Aunque estudia la carrera técnica en administración, se ha abierto paso en el mundo de la electrónica y la programación. “Yo antes no sabía nada, nada de electrónica. Pero cuando se quiere ayudar a resolver una problemática no hay una limitante”.
Con el apoyo de un asesor técnico externo y una docente del CETis, Mauro logró llevar Radar Sense a concursos nacionales y obtener el primer lugar nacional en el concurso Ideas con Impacto Social y fue aclamada en ferias tecnológicas a nivel regional y estatal.
Ser estudiante, cuidador y líder juvenil
En paralelo a sus logros académicos y tecnológicos, Mauro asumió el cuidado de su madre durante su tratamiento oncológico. “Aumentaron mis tareas de la escuela, mis participaciones en concursos, pero también tenía que coordinarme con mis nuevas tareas en el hogar”. Para él, el equilibrio ha sido posible gracias a la organización: “Siempre he sido una persona organizada. Lo más difícil fue coordinar mis horarios con el cuidado de la casa”.
Nunca pensó en abandonar sus estudios. “Desde pequeño me ha gustado estudiar y no he tenido una situación tan fuerte como para dejarlo”. Sin embargo, reconoce que el sistema educativo mexicano no siempre está diseñado para estudiantes en contextos vulnerables. “Tenemos un horario muy estricto, muchas veces los adolescentes tienen que trabajar por necesidad y es muy complicado equilibrar una vida de estudiante y trabajador”.

Además de sus proyectos tecnológicos, Mauro es miembro activo del Consejo Consultivo Juvenil de Reynosa. “Somos unos 15 estudiantes. Nos reunimos cada mes para hablar de equidad educativa y cómo los jóvenes podemos influir en las políticas públicas”. Su aspiración es presidir la comisión de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Y su compromiso con las causas sociales no se limita al aula. “Desde que tengo como seis años soy parte de una comunidad animalista que se llama CRAI. Actualmente tengo 10 gatos y 6 perros, todos rescatados”.
La tecnología al servicio de la empatía
Uno de los valores que Mauro repite con convicción es la empatía.
“Con base a ese sentimiento podemos crear algo nuevo. Los proyectos sociales pueden trascender si los conectamos con problemas reales de nuestro entorno. Entonces siempre es muy importante tener en mente cuáles son aquellos sectores de la población más afectados o que las personas no lo notan tanto.”
Su más reciente iniciativa, Memorias Conectadas, busca reducir la sensación de soledad en adultos mayores a través de un brazalete con grabadora de voz. “Este proyecto no busca reemplazar las visitas familiares, sino aumentar su compañía. Queremos que los familiares puedan dejar mensajes que los adultos mayores escuchen cuando lo necesiten”.

Si gana el Global Student Prize, Mauro planea patentar sus tres proyectos y abrir un centro para niños y adolescentes. “Un lugar donde puedan explorar la ciencia, la tecnología, pero también practiquen la empatía y el liderazgo. Hay muchos niños con sueños, pero sin apoyo. Yo quiero impulsar esas iniciativas”. También desea financiar su educación universitaria, pues aspira a estudiar Medicina.
Inspirar a otros desde el ejemplo
“La ciencia y la tecnología son herramientas muy poderosas para los adolescentes. Nos ayudan a ver los problemas desde otro ángulo y a buscar soluciones que puedan mejorar la vida de los demás. A veces escuchamos la palabra “ciencia” o “tecnología” y suele sonar como palabras muy grandes, como si fueran solo para expertos o para gente que ya lo sabe todo. Pero en realidad todos podemos acercarnos, aprender poco a poco y aportar desde lo que sabemos”. A otros jóvenes les dice: “No tengan miedo. Lo importante no es saberlo todo desde el inicio, sino tener curiosidad, creatividad y ganas de impactar positivamente a los demás”.

SJHN