Comunidad

“No existo”: Hombre de 65 años sin identidad, sin papeles y sin acceso a atención médica

El señor Cresencio nunca fue registrado por sus padres, no recuerda con certeza sus nombres y desconoce dónde nació.

¿Se imagina vivir más de seis décadas sin saber quién es? ¿No tener un nombre oficial, ni un acta de nacimiento, ni siquiera un registro en los archivos del país? Así ha sido la vida de un hombre al que todos llaman Cresencio, aunque ni él mismo sabe si realmente se llama así.

Cresencio tiene cerca de 65 años, pero no lo sabe con certeza. Nunca fue registrado por sus padres. No recuerda sus nombres, no sabe dónde nació y mucho menos tiene un documento que lo acredite como ciudadano mexicano. 

“Mis padres creo que me abandonaron y no supe nada de ellos, no estoy registrado, vivo en la calle, en la calle totalmente…”, nos dice, con la mirada perdida y el alma cansada.

Por no existir legalmente, Cresencio jamás fue vacunado, no tuvo educación y mucho menos acceso a servicios médicos. Ha sobrevivido gracias a la ayuda de amigos y de desconocidos con buen corazón.

“Nada de vacunas, ni estudié ni nada… cuando no tenía dinero me quedaba con unos amigos, me daban de comer ahí, y gracias a Dios he vivido, he sobrevivido”, cuenta.

Su historia se vuelve aún más dolorosa por un problema de salud que carga desde hace años: una masa de grasa en el brazo izquierdo que ha crecido con el tiempo y le impide moverse con normalidad. Lleva tres años así, sin diagnóstico, sin tratamiento, y sin una fecha para ser operado. “Ojalá me otorguen una fase para poder ampararme… no puedo estar así moviéndome las manos”, suplica.

Cresencio no tiene pareja, hijos ni familiares que lo respalden. Solo cuenta con la compañía ocasional de algunos amigos y del oficial de policía Marcial Juárez, quien lo ayudó a acudir a la Comisión de Derechos Humanos y a la Fiscalía local. Sin embargo, la burocracia ha sido lenta y la respuesta, hasta ahora, nula.

“Soy soltero, no tengo nada de hijos, pero solito, ¿quién me ve? Nadie, no me ve nadie…”, dice con una mezcla de resignación y tristeza.

Hoy, Cresencio hace un llamado desesperado a las autoridades: pide ser escuchado, ser tomado en cuenta, ser reconocido. Quiere tener papeles, ser parte del sistema, tener un nombre. Pero sobre todo, quiere ser atendido de su brazo, porque el dolor ya no lo deja trabajar ni moverse con libertad. “Me duele para cerrar mi mano… a ver si me pueden operar antes, porque si no, ¿cómo voy a trabajar? No tengo quién me ayude…”

La vida de Cresencio ha sido invisible para el sistema, pero hoy alza la voz. Quiere dejar de ser un fantasma, quiere existir.

CHZ


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.