No hay plazo que no se cumpla y después del emotivo cierre que se le dió al Hospital General de León, ahora viene lo más difícil, aseguran comerciantes aledaños al recinto médico.
Los alrededores que solían estar llenos de actividad ahora lucen vacíos y tranquilos como cualquier otra calle del Centro Histórico en domingo.
Bertha Aguirre, empleada de una de las farmacias cercanas al lugar se dijo preocupada por perder su empleo, pues las ventas cayeron desde semanas antes del cierre del hospital y no hayan forma de cambiar los números rojos a negros en su contabilidad.
"Está bien que hayan construido otro hospital más grande, no estoy en contra de eso, pero mire, no tengo ni un cliente, desde ayer está muerto, yo creo que nos vamos a tener que reubicar", dijo la empleada mientras hacía inventario del poco producto que tiene en exhibición.
Comentó que la idea era reubicar el negocio en algún local cercano al nuevo nosocomio, pero que su patrón ya fue a revisar y no hay locales cercanos, y tampoco transporte tan fluido como el que aún transita por la calle 20 de enero.
"¿Ahora a quién le vendemos si no hay enfermos a quienes surtirles su medicina? Mire, no hay movimiento, hoy he vendido como 200 pesos nada más desde la entrada", expresó la empleada visiblemente preocupada.
Metros más adelante, la encargada de una tienda de conveniencia dijo no estar tan preocupada, ya que la cadena para la que trabaja “siempre tiene clientes”, esté donde esté.
“Sí veo preocupados a los demás negocios, sobre todo las farmacias, de ahí se surtían de todo lo que les pedían en el hospital, a veces hasta las jeringas para inyectarles, o algodón, eso fue lo que me contó una señora, ¿Nosotros? Si cierra, nos cambian a otro cerca y ya, pero no creo”, dijo confiada.
En el pequeño parque que se encuentra al área de urgencias, ya tampoco hay movimiento, sólo tres personas en situación de calle haciéndole compañía mientras murmuraban sobre el acontecimiento que todo el Barrio Arriba tiene presente.
Un hombre y una mujer se les acercaron para preguntar si el hospital estaba cerrado. Los tres hombres soltaron un sonido gutural similar al de un lobo aullando a la luna llena, para hacer referencia de lo lejano que se encontraba el nuevo hospital.
“Lejísimos, patrón, allá al otro lado de la ciudad, casi en Silao (ríe)”, dijo un hombre, mientras que el segundo agregó a la notificación: “Yo creo que sí le va a salir carita la llevada, seño, aquí ya no hay nada”.