En un contexto marcado por homicidios, robos, extorsiones y desapariciones que han colocado a Guanajuato entre los estados más violentos del país. El arzobispo de la Arquidiócesis de León, Jaime Calderón Calderón, lanzó un llamado contundente durante su homilía dominical, cuestionando la aparente contradicción entre una sociedad que se considera profundamente católica y los niveles alarmantes de criminalidad que persisten en el estado.

"Y aquí podremos voltear hacia el mundo, hacia la realidad que estamos viviendo de tanta violencia, violencias en las familias, violencias en las comunidades, muertos, asesinatos, robos, levantones y todo esto. Esto será signo de la presencia de Dios en nuestras comunidades tan cristianas, tan católicas? No, no nos engañemos", expresó.
Calderón Calderón advirtió que la violencia no solo es una tragedia social, sino un reflejo espiritual de una ausencia más profunda.
"El signo de las violencias es un signo de la ausencia de Dios, de la ausencia de Dios, de la ausencia de Dios en el corazón humano, de la ausencia de Dios en el corazón de las familias, de la ausencia de Dios en la vida y en la comunidad y en la sociedad. Cuando vemos aparecer cada vez más estas atrocidades de asesinatos hermanos, ahí no está Dios", sentenció.
El arzobispo explicó que la paz que promete el Evangelio no significa la ausencia de problemas, sino la armonía que proviene de la presencia de Dios en la vida interior de las personas.
Asimismo, hizo un llamado a la autocritica y a la transformación personal y comunitaria para encontrar las soluciones ante cualquier conflicto que tengan para evitar la violencia en el estado.
"Más bien, ahí está la ausencia de Dios, que el Evangelio no ha penetrado en la conciencia y en la vida de las personas. Pero volvamos la mirada a nuestra reflexión. Un signo de la presencia de ese reino que se está construyendo es la paz. El segundo signo que tenemos que advertir es alegría", concluyó.