Son los héroes y heroínas de la zona cero. No llevan capa, pero sí bata y cofia. Desde hace un mes, han dejado a sus familias, duermen en el auto o en hoteles para no infectar a sus seres queridos y en medio de un sinfín de carencias siguen en pie de lucha contra el nuevo coronavirus. Pero algunos ya perdieron la batalla.
Los trabajadores de la salud que han fallecido a causa del virus llegaron ayer a dos decenas, una tragedia médica sin comparación en la historia moderna de México. Algunos se han ido de manera casi desapercibida en pequeños hospitales estatales y otros, con más exposición, en medio de protestas de sus compañeros para exigir material de protección que les ayude a no tener el mismo final.
MILENIO se dio a la tarea de confirmar sus identidades con compañeros de trabajo y familiares, y es así como se llega a este conteo, de 24 caídos y caídas. Sus perfiles de Facebook se han convertido en santuarios improvisados, donde amigos y colaboradores han dejado mensajes de tristeza y pérdida, pero también de ánimo.
Y en esta guerra, no solo ha caído personal médico.
El nuevo coronavirus también golpea a quienes no tienen contacto directo con los pacientes pero que también están expuestos, como laboratoristas y hasta elementos de seguridad que intentan animar a los doctores cuando están por comenzar o al terminar sus jornadas.
Todos murieron lejos de sus familias pero cerca de sus colegas que no los dejaron ir sin aplausos y reconocimientos. Antes de morir, hubo quienes pedían en sus redes sociales mantenerse en casa y compartían imágenes de médicos entre superhéroes como Batman o el Capitán América. Porque eso, al final del día, es lo que son.
Y hay algo que comparten: entregaron sus vidas por el prójimo, haciendo lo que les apasionaba.
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