La alerta sísmica rompió el silencio y 46 minutos más tarde, la historia se repitió: un sismo reafirmó el miedo al 19 de septiembre. Cinco años después: el mismo guion. Los recuerdos ya no eran simulacro, otra vez la herida perpetua.
Es el sonido del terror. La alerta que simboliza las heridas que cinco o 37 años después, no cicatrizan. Un minuto resonando una y otra vez, bastaba para revivir los momentos más aterradores, el caos, el pánico, las pérdidas, el colapso… la muerte. Y luego, dejó de ser improvisación.
“No es simulacro y el sismo es real”, advertía en su cuenta de Twitter el secretario de Seguridad capitalina, Omar García Harfuch mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador informaba el reporte de Michoacán y Colima, esta última entidad donde una persona murió tras caerse una barda.
Parecía inconcebible, tres sismos repetidos en la misma fecha. En el simulacro nacional para conmemorar los terremotos de 1985 y 2017, nuevamente, la realidad se estampó de golpe, frente a quienes minutos antes, se resistieron a participar en el simulacro. En las colonias Roma y Condesa, donde las calles amanecieron desoladas, poco cambiaron cuando en cada esquina resonó la advertencia de un sismo.
Muchas personas nunca dejaron de trotar, de escuchar música en su rutina de ejercicio o de pasear a sus perros pese al nerviosismo que a éstos, sí les generaba la alerta.
En distintos puntos de la ciudad, los protocolos de protección civil se acataron, otras personas se reunieron para rendir homenajes a las víctimas de estos terremotos, otros se resistieron a creer
Félix, un guardia de seguridad que desde hace 24 años trabaja en Ámsterdam en la colonia Condesa, justo frente al número 107 donde hace cinco años había un edificio que él mismo vio caer a pedazos, ayer comenzó a prepararse para el simulacro desde temprano.
“Uno ve y ve el edificio que se cayó. Usted contaba ‘uno, dos, tres’ ¡Y adiós edificio! Se cayó luego, luego. Fue en milésimas de segundo. Ahí había personas muy buenas que murieron, hoy ya no están”, contó a MILENIO.
Cuando los altavoces se activaron a las 12:19 horas, invitaba a sus inquilinos a salir del edificio y veía de reojo a las personas que no interrumpieron su ejercicio matutino, ni siquiera cuando unos tramos de camellones se llenaron por ser considerada la zona más segura.
La calle Ámsterdam fue una de las más lastimadas en el 2017. Hace cinco años, dos edificios de esa calle colapsaron en el 107 y el 25, y en Sonora 149, también esquina con Ámsterdam, otro más se desplomó.
Una mujer dejó flores en un orificio de los portones de lo que ahora son terrenos abandonados después de que hace cinco años, recibió la más grande elección de su vida.
“Mi esposo y yo tenemos una empresa y estos edificios nosotros los promovíamos y ahí murieron nuestros clientes. Nuestra oficina estaba allá y mientras estábamos muy preocupados por ver que no le pasara nada a nuestra oficina la verdad ahora te das cuenta que vale madres tu oficina porque mucha gente de nuestro edifico salió a ayudar a sacar a las personas atrapadas".
“El sismo del 2017 te hizo ver que en verdad lo material no vale, cinco años después y yo estoy acá, tras crisis y pandemia y lo que sea, pero hemos salido adelante, los que se quedaron ahí, se quedaron, y hoy ya no están”.
Cuando la alerta volvió a sonar, 46 minutos después, se impuso la confusión. Algunas personas rezaban, otras se abrazaban, unas más se quedaban perplejas esperando entender qué sucedía, por qué de nuevo.
La Ciudad de México reportó 21 edificios dañados. De ellos sólo cuatro con riesgo medio y 17 con riesgo bajo, principalmente por desprendimientos de cristales o de tramos de estructura externa. En la zona centro, en la calle Palma, un estacionamiento de cinco niveles llamó la atención pues está dañado desde el 2017 y aunque tardaron dos años en remodelarlo, una enorme grieta parte todo el ancho del edificio que empeoró tras el sismo de ayer.

“Veíamos cuando iban cayendo los pedazos. La grieta estaba hasta el poste, pero hace rato se hizo más hasta la esquina y de la parte de arriba comenzaron a caerse varios pedazos de estructura”, explicó una de las trabajadoras de la zona, mientras los empleados del estacionamiento recibieron la instrucción de limpiar todos los residuos del edificio que cayeran.
En varios estados del país y en a Ciudad de México, aquellos edificios en donde consideraron que podía haber un daño pidieron a los trabajadores que volvieran a su casa mientras personal de Protección Civil analizaban la seguridad del inmueble, se suspendieron clases y otras actividades.
El 19 de septiembre lo volvió a hacer. Sin una explicación científica que compruebe que es un día con más probabilidades de temblar, pero sí como una fecha que indiscutiblemente duele, que genera miedo y nostalgia, pero sobre todo incertidumbre. Ésa que se impone con el sonido de la alerta sísmica que te hace saber que, en algún momento, quizá el guion se repetirá. Y podría ya no ser sólo un simulacro más.
AMP