En la comunidad de El Tamarindo, Culiacán, Sinaloa, se registró un enfrentamiento entre elementos de la Secretaría de Marina (Semar) y un grupo armado.
El saldo fue de ocho presuntos delincuentes detenidos, tres de ellos identificados como Santiago ‘N’, Edgar ‘N’ y Martín ‘N’; además de la muerte de un civil armado. También se aseguraron de rifles de alto poder y tres camionetas blindadas.

¿Qué se sabe del conflicto armado?
Sobre la carretera que conecta Culiacancito con El Tamarindo quedaron abandonadas las unidades utilizadas por los civiles armados.
Las camionetas presentaban múltiples impactos de bala, producto del intercambio de fuego con las fuerzas federales. Dos de estos vehículos contaban con escotillas con sistemas hidráulicos que permitían levantar las compuertas para que los pistoleros pudieran disparar de forma más segura.
Al interior de las camionetas blindadas se hallaron decenas de casquillos percutidos y sin percutir de alto calibre. Los asientos también estaban dañados por los proyectiles, lo que evidenciaba la intensidad del combate.
Otros hechos de violencia en Culiacancito
En El Tamarindo, los civiles armados abrieron fuego en contra de dos viviendas. La finca que presenta más daños es de dos pisos, con fachada blanca, la cual, según los vecinos, fue abandonada desde hace dos años.
Los testigos también relataron el miedo que vivieron cuando los presuntos criminales abrieron fuego contra las casas.
“Nos metimos debajo de la cama, cuando escuchamos los chingadazos, abajo de la cama, hijo de la chingada y escuchamos el ruido, pero no pasa nada, dice el gobernador” reclamó un poblador de El Tamarindo.
Velorio de víctima de violencia en Sinaloa
A escasos metros de donde ocurrió esa agresión fue velado el cuerpo de Edward, asesinado el 12 de septiembre dentro de un expendio de cerveza en la colonia La Cofradía, en Navolato.
Su muerte, reconocen los habitantes, es una de tantas que quedan como víctimas colaterales de la disputa que enfrenta a las dos facciones del Cártel de Sinaloa. La víctima fue descrita como un hombre trabajador, ajeno a conflictos criminales, cuya vida fue arrebatada de manera absurda.
”Unos pendejos que no valen ni cinco centavos. Quitarle la vida a una gente que está trabajando para mantener a su familia, eso se llena de piedras el buche, hijos de la chingada”, dijo un vecino de la víctima.
Los pobladores señalaron que las familias se sienten abandonadas y desprotegidas. Afirmaron que las muertes de personas inocentes molestan a la comunidad, porque en el caso de Edward dejó a dos hijas huérfanas; él era el sustento de su hogar.
El Tamarindo, además, dejó claro a quién pertenece. Un camión escolar amarillo, abandonado a la entrada del poblado, apareció con pintas en las que se advierte que ese territorio es de El Mayito Flaco.
RM