Originario de Veracruz, de 57 años, Alberto Prieto Valencia construyó durante décadas una trayectoria como empresario y comerciante, ligado a la distribución de granos y cereales, un giro que lo posicionó como uno de los bodegueros con mayor presencia en la zona del Mercado de Abastos, lugar estratégico para la economía de Jalisco.
En el entorno comercial lo llamaban simplemente “El Prieto”, un apodo que reflejaba cercanía, pero también peso dentro del sector.
Además del comercio, Prieto Valencia incursionó en la logística. En 2002 fundó Transportes Odal, empresa dedicada al traslado de productos alimenticios mediante cajas secas, unidades refrigeradas y plataformas para contenedores, con una flotilla de tráileres que operaba rutas regionales y foráneas.
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El Prieto tenía lujos, pero se protegía
Su estilo de vida evidenciaba éxito con vehículos de lujo, entre ellos una camioneta Lamborghini Urus y escoltas privados, una combinación que, para muchos, reflejaba tanto prosperidad como de la necesidad de protegerse.
Ese perfil quedó abruptamente marcado este 29 de diciembre, cuando Prieto Valencia fue asesinado en un ataque armado directo en los límites de Guadalajara y Zapopan, en el cruce de las avenidas Topacio y Brillante, en las colonias Santa Eduwiges y Residencial Victoria.
La agresión ocurrió alrededor de las 10:20 horas y derivó en una balacera de más de 15 minutos, con al menos 200 casquillos percutidos en el lugar. En el ataque murieron el empresario, su hija de 16 años llamada Sara, que lo acompañaba, y uno de sus escoltas conocido como Florencio, mientras que otros cuatro elementos de seguridad resultaron heridos.
Mientras la Fiscalía del Estado mantiene abiertas las investigaciones para esclarecer el móvil, han surgido versiones extraoficiales que colocan a Prieto Valencia en el radar de actividades irregulares, como la presunta relación con “rifas colombianas” detectadas en el entorno del Mercado de Abastos, aunque ninguna autoridad ha confirmado esa línea.
De la misma forma, trascendió de manera no oficial, que habría sido proveedor de alimentos para penales de Jalisco y que incluso habría tenido contratos con la Secretaría de la Defensa Nacional para el suministro de víveres, información que hasta ahora no cuenta con respaldo de alguna autoridad.
La muerte de Alberto Prieto Valencia abrió una investigación compleja que mezcla negocios, poder económico y violencia, en una de las zonas comerciales más importantes del occidente del país.
JVO
