Decenas de jóvenes tomaron este fin de semana el Parque de las Riberas, en Culiacán, para algo distinto a lo que ocurre por el clima de violencia: convivir, jugar, crear y recuperar el espacio público.
Los participantes se reunieron, en uno de los lugares más emblemáticos de la capital sinaloense, vestidos como personajes de sagas épicas medievales, como un acto simbólico de apropiación pacífica del espacio, luego de meses en los que la inseguridad mantuvo alejadas a muchas familias de estos puntos de encuentro.
¿De qué trató el evento?
Lo que en otros contextos serían armas, aquí se transformaron en elementos escénicos. Las espadas chocan, pero no hieren; los gritos se escuchan, pero no infunden miedo. Los combates son coreografías medidas y supervisadas por los propios asistentes, que combinan disciplina, actuación y trabajo en equipo.
Los enfrentamientos se desarrollan entre aplausos, risas y teléfonos grabando cada movimiento. La música celta marca el ritmo de los duelos, mientras los niños imitan a los combatientes y las familias observan un espectáculo poco común en pleno corazón de la ciudad.
Más allá del disfraz, el mensaje es claro: hay jóvenes que buscan formas alternativas de convivencia, alejadas de la violencia real y de la narrativa de la narcocultura que durante años ha dominado parte del imaginario social. Aquí no hay apología del delito, sino juego, arte, expresión corporal y comunidad.
El ambiente medieval se completa con dinámicas lúdicas, caracterizaciones, música en vivo y actividades diseñadas para fomentar la integración entre personas que, desde diferentes edades, intereses y estilos, comparten un mismo lugar sin conflicto.
De este modo, los jóvenes demostraron que también se puede “pelear” por Culiacán desde la creatividad, la cultura y la ocupación positiva de los espacios públicos.
LJ