Cada octubre se otorgan los premios Nobel y las entregas no están exentas de polémicas, en especial en las categorías de literatura, economía y paz.
En esta ocasión la galardonada con el Nobel de la Paz es la política de origen venezolano María Corina Machado, que de inmediato suscitó reacciones, muchas a favor, pero también un número importante en contra.
En este contexto influye mucho el espectro ideológico de las personas que han emitido su opinión, ya que la mayoría de los críticos son más cercanos a las posiciones de la izquierda y ven el premio como un espaldarazo a la oposición en Venezuela, una forma de golpear al régimen de Nicolás Maduro y un guiño a los intereses de los Estados Unidos.
Independientemente de la posición ideológica que tenga la persona, lo cierto es que muy pocos se atreven a afirmar que la última elección presidencial de Venezuela fue limpia, ya que mientras la oposición encabezada por Edmundo González y María Corina Machado mostró las actas de las casillas de todo el país, que le daba la victoria al primer personaje, Maduro y el Tribunal Electoral, ni pudieron desmentir dichas actas, ni mostraron actas o documentos que avalaran la victoria.
Incluso personajes de izquierda como Gabriel Boric, Ignacio Lula da Silva o Gustavo Petro fueron críticos de Maduro, lo cual permite inferir con alto grado de certeza que se perpetró un fraude.
Ante ello muchos líderes habrían optado por llamar a las protestas utilizando la violencia, incluso a tomar el poder a través de las armas, en cambio María Corina Machado apostó por las protestas pacíficas.
Ser una política más cercana a la derecha no descalifica su lucha, hubo un fraude y ella, como millones de venezolanos, quieren que se respete la voluntad popular, además lo han hecho de forma responsable, con un movimiento pacífico, que evita la confrontación y que trata de minimizar los riesgos para los ciudadanos que protestan, de forma que yo veo bastante merecido el premio.
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