El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador ha anunciado públicamente su intención de que la Guardia Nacional pase a formar parte de la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional, de tal forma que se completaría el proceso de militarización de la seguridad pública a nivel nacional, borrando las fronteras entre los policías y los soldados.
Contario a esta vía se encuentra la experiencia internacional, ya que en la gran mayoría de los países la seguridad pública se encuentra a manos de civiles, de igual forma, organismos internacionales y expertos le han recomendado a México no seguir este camino. Incluso el propio AMLO en campaña hablaba de regresar a los militares a los cuarteles y hoy paradójicamente quiere que la seguridad se militarice.
Los peligros de la militarización se derivan del entrenamiento de los elementos, ya que mientras los soldados están entrenados para acabar con el enemigo, la formación de los policías se centra en la contención, salvaguardando en la medida de lo posible todas las vidas humanas, por ello, no es casual que el índice de letalidad en enfrentamientos con el crimen organizado sea muchísimo mayor en soldados y que haya más quejas por violaciones a derechos humanos contra el ejército.
El más grave problema de la decisión que quiere tomar AMLO, es que es muy difícil dar marcha atrás, es decir, en caso de que al paso de los años se demuestre que fue un error, se tendría que reconstruir desde cero una Policía Federal civil, que costaría tiempo y muchos recursos al país, pero quizá también vidas humanas, debido a lo ya descrito en el párrafo precedente.
Por último, es necesario considerar que no existe evidencia que demuestre que la participación del ejército en tareas de seguridad en México haya implicado mejoras en la incidencia delictiva, por el contrario, la poca evidencia que se ha generado nos indicaría que la hipótesis contraria parece tener más soporte, por ello, resulta absurdo el camino seguido por AMLO.
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