Coincido totalmente con el Presidente de la República, en que la corrupción es uno de los principales problemas del país y que el mismo contribuye a alimentar otros grandes problemas, como la seguridad, la pobreza y la falta de desarrollo.
Por ello, la corrupción se debe enfrentar de forma puntual, sin que haya excepciones, porque sólo así se podrá disminuir el fenómeno y sus efectos.
Debido a lo anterior, no me escandalizo, sino todo lo contrario, cuando se abren investigaciones en contra de prominentes figuras políticas del pasado como Eduardo Medina Mora, Rosario Robles, Emilio Lozoya o Gerardo Ruiz Esparza. Sí cometieron actos de corrupción, se sigue un proceso judicial que no esté viciado y se prueba su responsabilidad, lo correcto es que paguen por sus delitos.
Si en realidad deseamos el combate a la corrupción, no deben existir intocables, porque precisamente esta propensión incentiva a las personas que ocupan altos cargos públicos a aprovechar los mismos para enriquecerse de forma indebida.
En ese tenor, resultan absurdas las declaraciones y las acciones, tanto del Presidente López Obrador, como de su Secretaria de la Función Pública Eréndira Sandoval, que ante la exhibición de indicios de enriquecimiento ilícito por parte del actual Director de la CFE Manuel Bartlett, prefirieron salir en su defensa y hasta absolverlo de forma simbólica de toda responsabilidad, sin que hubiera nunca una investigación, ni siquiera una superficial.
Situación parecida a la de la actual líder de MORENA Yeidckol Polevnsky o de la titular de la CONADE Ana Gabriela Guevara, a quienes les condonaron una importante cantidad de impuestos en sexenios pasados, cuando irónicamente la primera había despotricado contra los empresarios que habían recibido el mismo beneficio.
Por ende, si el Presidente quiere que su lucha contra la corrupción sea creíble, mas le vale empezar a tratar igual a sus aliados, que a los demás probables responsables de actos de corrupción.
@victorsanval
