El momento del Partido Acción Nacional, como tanto reiteraron simpatizantes, figuras y la misma sociedad civil tamaulipeca, vive horas muy oscuras.
La división causada por los Vientos de Cambio todavía cobran factura y, a pesar que sus integrantes minimizan o tratan de callar las voces críticas, su caída no parece tener un fondo.
Lo más reciente fue la confirmación de su lista de diputados plurinominales al Congreso del Estado.
La familiaridad, lealtad y obediencia al ex gobernador Francisco García Cabeza de Vaca se recompensó e hizo a un lado, de nueva cuenta, a militantes de hueso colorado que, con o sin él, en las buenas, malas o peores, siempre se la jugaron por el organismo político.
Y vaya que hay demasiado por señalar. Los desempeños de Ismael García Cabeza de Vaca y Vicente Verástegui, entre la improductividad y la intrascendencia, van a la par de Marina Edith Ramírez en el Parlamento estatal.
Medio se salva Gerardo Peña pero conseguirá un sueldo doble, al cobrar en el Poder Legislativo y como futuro dirigente del Comité Estatal.
¿A qué vamos con esto? El mismo método de favorecer a sus propios volvió a aplicarse y sin entender un punto relevante: los constantes errores y resultados negativos obtenidos desde el 2018 a la fecha. Las circunstancias ahora son muy diferentes, con amplios factores en contra.
Uno es un frente armado desde la 4T, por la alianza entre Morena y el Verde. El enviar por un lado a Olga Sosa con José Ramón Gómez, como por el otro a Eugenio Hernández al lado de Maki Ortiz, es la construcción de un corral para acortarles electoralmente un piso muy estrecho.
Otro es el retiro de muchos actores empresariales, desde los grandes hasta las pymes. Esta intentona por retornar no recibió una respuesta positiva sino todo lo contrario.
Muchos miembros de iniciativa privada no pretenden tomarle la llamada al ex mandatario (en su jaula de oro en Dallas) o los suyos, misiva ya recibida por Francisco. Le sumamos el desencanto de la población.
¿Se avecina el último gran fracaso del PAN Cabecista? El momento y el ánimo así pinta, sin un cambio radical. Pobre del auténtico panismo, pagará (otra vez) los platos rotos de la ambición de un grupo político decadente.