Ahora, su enojo y decepción, no solo eran por las incipientes investigaciones realizadas por las y los servidores públicos a cargo de la Fiscalía de Coahuila, en torno a la desaparición de su hija Fanny.
Ahora, su decepción y desilusión eran por el desinterés y apatía de la sociedad civil ante la desaparición de su hija y miles más.
La señora Silvia Ortiz del Grupo Vida, es una activista conocida y reconocida por las movilizaciones que ha suscitado entorno a la desaparición de su hija y muchas más en Coahuila, el norte y el país entero.
En noviembre próximo se cumplirían 18 años, pero ha pasado poco.
En una de las muchas entrevistas que ha dado a los medios de comunicación, Silvia se sinceró y dijo que, a estas alturas del tiempo y del acontecimiento, lo que más le lastimaba, era la tibieza y desinterés de la sociedad civil ante un fenómeno desgarrador: la desaparición forzada.
Pero la tibieza y desinterés por la desaparición de la hija de Silvia en Coahuila también es hoy una “respuesta” de la sociedad civil ante el final atroz que tuvo Luz Raquel en Jalisco.
Luz, era una mujer y madre de un niño con autismo, como tú o como yo. Se la rifaba de todas, todas para sacar su hogar adelante. Propiciaba espacios y momentos que fueran menos caóticos para la condición de su hijo Bruno.
A eso también le entramos las madres de personas con autismo como tú y como yo.
Luz, como tú y como yo, que somos madres de una persona con autismo, se enfrentó no solo, al desdén de instituciones públicas que le condicionaron el servicio a su hijo con autismo, se topó a la poca paciencia (ahora no quieren que digamos tolerancia) de las personas con quienes coincidía en lugares públicos, pues aseguraban que los movimientos de su hijo de once años y los sonidos que emitían eran realmente molestos.
Una experiencia que hemos pasado las madres de un hijo con autismo en el parque, el restaurant, la iglesia incluso en casa…y lo seguiremos pasando, pero Luz ya no.
Un vecino rebasó la zona de la inconformidad y la ira y, no solo le decía a Luz, lo molesto que se ponía al llegar a sus oídos las manifestaciones que su hijo tenía durante el día y la noche.
Los reclamos se volvieron acoso y terminaron en feminicidio.
Abierta y públicamente, el hombre, escribió en las paredes de las escaleras al interior del edificio de los condominios en el que vivían y eran vecinos que la iba a quemar viva. Y lo cumplió.
Pese a la denuncia que Luz puso en la Fiscalía de Jalisco y ante la incipiente actuación de los servidores públicos, el sujeto llevó a término las amenazas que la autoridad no creyó.
Me abstengo de contar aquí la manera atroz en que lo hizo, aún no me repongo, lo que sí contaré y reprocharé es, sí, la inoperancia de la Fiscalía de Jalisco (otra vez) y la tibieza y desinterés de la sociedad civil: la de Jalisco, la de Coahuila y la de todo el país.
¿Estamos dormidos? ¿Estamos sedados? Ese pretexto de, no tengo tele, no me entero de lo que pasa, ya no me la creo.
Por esos días, estaba de vacaciones y me distancié de las redes sociales, entré solo para ver la cantidad de mensajes al respecto y lo enérgico de las reacciones.
Poco o nada. Tenías que poner en el buscador la palabra clave para que te arrojara las publicaciones.
De esa fecha hasta ahora, también ha sido insípida por no decir timorata, las reacciones y posturas públicas de los integrantes de la sociedad civil organizada que trabajan con personas con autismo.
¡Qué miedo! ¡Qué pena!
¿Y la indignación por lo sucedido con Luz?
Me asustan las acciones de muerte que las personas llegan a ejecutar por razón de género o discapacidad, me preocupa la inoperancia de las autoridades ante las denuncias de amenazas de muerte, pero lo que en realidad me aterra es la tibieza de la sociedad civil y el tercer sector que ante este atroz crimen se queda callado. Justicia para Luz.