Ahora que termina la LXIV Legislatura de Hidalgo, muchos diputados salientes difunden sus logros y balances; en sus redes y entrevistas de prensa, los de Morena coinciden en que su mayor éxito fueron las reformas que permiten la Interrupción Legal del Embarazo (ILE). Pero lo dejaron pegado a la pared con un chicle y es muy probable que caiga al suelo.
Para aprobar cualquier ley, ésta debe andar un proceso marcado por las propias leyes. La anarquía en que se condujo por 3 años la mayoría de Morena atropelló todos los procedimientos; antes estuvieron las peleas por el poder, intereses personales y mucha soberbia que generó un ambiente perturbador vía directa al fracaso.
El ILE es un buen retrato de todo ello. El aborto es la madre de todas controversias. En esta legislatura el tema se subió al Pleno en 2 ocasiones: la primera el 12 de diciembre de 2019 cuando fue rechazada con 10 votos a favor, 15 en contra y 5 abstenciones y la segunda el 30 de junio de 2021, en donde solo se contaron los 16 votos de Morena. Esa sesión fue una comedia: mientras había un orador en tribunal, el presidente recababa la votación y a otros diputados les negaban el sentido de su voto. La declaratoria de mayoría fue entre chiflidos e imprecisiones. Solo ellos sabrán como redactaron esa página en el Diario de los Debates, testimonio clave para la legalidad.
El asunto tiene demanda de Inconstitucionalidad ante la Suprema Corte.
Algo sucedió para que 6 diputados cambiaran su opinión en un tema tan crudo, algo aceleró el proceso que atropelló a la institución. En esa nube de enredos se movieron siempre.
Tomás Cano Montúfar