La historia de la LXIV Legislatura de Hidalgo será una buena lección política cuya lectura objetiva servirá para evitar otros 3 años perdidos en nimiedades e intrascendencia. Los diputados de Morena tuvieron en las manos uno de los Poderes del Estado que se fue como agua entre los dedos.
La práctica política de imponerse a cualquier costo, atropellar minorías o forzar decisiones demuestra una concepción muy elemental del poder que termina por no serlo. Le sucedió a la mayoría de los diputados de Morena que olvidaron la primera operación de la aritmética: sumar.
Los congresos son la suma de fracciones. Porciones de la sociedad que están representadas por los partidos, por lo tanto, para lograr una institución fuerte y útil para la propia sociedad, es esencial dialogar, escuchar y construir. Los congresos son, por excelencia, la casa de la política. La mayoría que solo rebasa por un punto al resto, será mayoría sí, pero una mayoría muy pobre.
El poder se ejerce o de lo contrario lo ejercerán otros, es la ley de la física que explica cómo se llenan los huecos y que en política es lección de primaria. Ante el caos de Morena que además de las limitaciones de sus políticos aficionados tiene una vida interna tremebunda, fue la oposición del PRI quien finalmente sorteó el hundimiento de la nave.
Con la comodidad de ser oposición solo en Cámara, pero no al Gobierno, los 5 diputados del PRI salvaguardaron las estructuras básicas del estado como el Presupuesto y auditoria; logaron sembrar iniciativas que regaron y fertilizaron muy bien hasta verlas florecer a pesar de la marabunta.
Viene la LXV Legislatura que presagia tempestad.
Tomás Cano Montúfar
