La madrugada del 30 de agosto de 2019 los diputados de Hidalgo sesionaban contrarreloj para aprobar una serie de reformas al Código Electoral que, a su juicio eran urgentes, pero las prisas, el choque de intereses entre partidos y el descontrol de sus ímpetus provocó que la sesión terminará a golpes, gritos e insultos.
La leyes que aprobaron esa noche, hoy lo revelan los hechos, resultaron un desastre. Las reformas sobre el tema de derechos indígenas fue dictaminada por la Suprema Corte como inconstitucional y la autorización para que los candidatos a presidentes municipales que aun perdiendo la elección, pudieran entrar como regidores al cabildo, hoy genera problemas. La reforma se aplicó esta semana con la integración de los nuevos ayuntamientos y todos se sorprenden al observar que en la misma mesa desde donde se gobiernan los municipios participan con todos sus derechos aquellos personajes que, hace unas semanas se confrontaban en plazas públicas.
La reforma de aquella noche tiene un impacto muy serio en los municipios. Al corazón de los cabildos vertieron la carga de enconos que genera una elección municipal, la más intensa y fragosa de todas las campañas. La soberbia, la frustración, las ansias de revancha, acusaciones de fraude y demás sentimientos serán la salsa de las próximas sesiones de Cabildo.
Veremos pronto que tan capaces son los ayuntamientos para lidiar con esa toxina que les endilgaron, pero antes se presentan dos aspectos graves: el sentimiento de engaño a los ciudadanos y la inconstitucionalidad de los nombramientos porque esa legislación viola el principio de que nadie podrá postularse para dos cargos diferentes en el mismo proceso. El trabajo mal hecho de los legisladores hoy tiene consecuencias. _