Si las mujeres no son dueñas de sus cuerpos,
entonces ¿de qué son dueñas?
Graciela Hierro. Filósofa mexicana
Dos de cada 5 embarazos al año no son planeados, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto es: En todo el mundo hay 210 millones de embarazos al año, de los cuales 80 millones son no planeados. De esos 80 millones de embarazos no planeados, 46 millones (el 58 por ciento) terminan interrumpiéndose. 19 millones de estas interrupciones ocurren en países donde este procedimiento es ilegal, por lo tanto, deben ejecutarse en condiciones clandestinas, frecuentemente antihigiénicas y desfavorables para las mujeres.
Cuando una mujer sufre un aborto clandestino se mezclan diversas situaciones sociales y personales. El sentimiento de culpa, la rabia, el dolor, la desconsideración social, los vacíos legales, la espátula, las tijeras, el cuchillo, pero sobre todo, el miedo y la sangre protagonizan la escena de vida y muerte que tiene lugar en un cuerpo de mujer, tendido en una plancha (si bien le va, está tenida en una plancha). Los grandes ausentes: la información, la higiene, los derechos humanos, la anestesia.
Por todo lo anterior, en el marco del V Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe celebrado en Argentina en 1990, mujeres de todo el continente acordaron declarar el 28 de septiembre como Día por la Despenalización del Aborto.
América Latina y el Caribe es una de las zonas del planeta donde mayores restricciones legales existen en la interrupción del embarazo, por lo tanto, en nuestros países los abortos ilegales realizados en condiciones precarias representan un grave problema de salud para las mujeres.
La organización “Católicas por el Derecho a Decidir”, estima que anualmente en México, más de 1 millón 600 mil embarazos terminan en abortos espontáneos o abortos inducidos, realizados muchos de ellos en la clandestinidad, en condiciones insalubres, mediante procedimientos rudimentarios (agujas de tejer, tóxicos, etc.) muchos de los cuales significan la muerte de la embarazada.
El gran problema en la discusión sobre la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) es que el punto a disertar se centra en la moral y la ética, cuando el aborto en México es, antes que nada, un problema de salud pública vivido y padecido por las mujeres.
Como siempre, los grupos conservadores se dicen defensores de la vida y aseguran que “desde el momento mismo de la concepción existe ya un ser con derechos”, cuando la ciencia médica sabe, desde hace muchos años, que un óvulo fecundado por un espermatozoide no devendrá necesariamente en un embarazo, y que para ello se requiere la implantación.
Uno de las grandes aportaciones del mapa del Genoma Humano es el determinar que la vida humana comienza a las doce semanas, con el inicio de la actividad neuronal, por lo tanto, antes de tres meses la vida que debe privilegiarse es la humana, es decir, la de la mujer.
El intenso debate legislativo llevado a cabo este mismo año por la despenalización del aborto en dos países emblemáticos para el catolicismo mundial, Irlanda y Argentina, consiguieron reposicionar masivamente el tema. Lo anterior ocurrió sobre todo entre las mujeres más jóvenes, a quienes el argumento medieval de que “dios dice que abortar es un asesinato”, ya no les alcanza para entender por qué la sociedad machista quiere condicionarles el ejercicio libre de su sexualidad, por la obligatoriedad de ser madres.
La sociedad machista nos dice: maternidad o castigo. Y nosotras respondemos con una marea humana en las calles, de mujeres (y algunos hombres solidarios) con pañuelos verdes en el cuello y en el puño, simbolizando un contundente “saquen sus rosarios de nuestros ovarios”.
La interrupción del embarazo es un asunto de salud y un asunto de derechos. El aborto ilegal es una forma de violencia institucional, por ello, la Marea Verde desatada hace algunos meses en Argentina, pero gestada desde hace décadas, encabeza este año la campaña latinoamericana de este 28 de septiembre, y que tiene por demandas a los Estados: Eliminar las barreras legales para despenalizar el aborto, eliminar las objeciones de conciencia en los hospitales, garantizar el real acceso a la anticoncepción (incluida la de emergencia), cesar el hostigamiento y criminalización hacia las organizaciones promotoras de los derechos sexuales y reproductivos, tomar medidas inmediatas para liberar a las mujeres presas por interrumpir sus embarazos, reafirmar y proteger el carácter laico y plural de la democracia, evitando injerencias de organizaciones anti-derechos.
En este Día por la Despenalización del Aborto en América Latina, la consigna de todos los años sigue totalmente vigente: Tratándose de interrupción del embarazo las mujeres deciden, la sociedad respeta, el Estado garantiza y las iglesias NO intervienen.
@taniamezcor
FB: Tania Mezcor