Es difícil imaginar mucho de nuestra infancia sin pensar en Plaza Sésamo. En México esta maravilla de Jim Henson ha pasado por diversas televisoras y canales; en el resto del mundo han ocurrido cosas similares. Sin embargo, Elmo y el Monstruo Comegalletas (el mejor monstruo del mundo) se encuentran en serios problemas por motivos de presupuesto.
A principios de los 60, la productora Joan Ganz Cooney y el psicólogo Lloyd Morrisett se reunieron para soñar con la idea de usar la televisión para educar y, a la vez, crear entretenimiento sano para los niños de bajos recursos. El 10 de noviembre de 1969, armados con los más fantásticos muppets de Henson, iniciaron esta aventura que cambiaría la televisión y la educación para siempre.
Plaza Sésamo no era, en sus inicios, un proyecto hecho para ganar dinero, y si bien las alianzas mundiales (150 países) tuvieron que aliarse a lo comercial para sobrevivir, las ventas nunca fueron su razón u origen de ser. PBS, la televisión pública de Estados Unidos, donde nace esto, lleva años en batallas financieras y políticas; con los recortes de Trump el problema es más radical y extremo que nunca.
Cuando nos enteramos que la más reciente alianza para que siguiera existiendo, con Warner, había terminado, nos preocupamos. La espectacular noticia, si se respeta el espíritu de Plaza Sésamo, es que Netflix levantó la mano, y será su nuevo hogar.
Hay mucho que negociar con las versiones locales, y más para hacer contenidos que se ajusten a las diversas regiones, pero si Netflix puede salvar a Plaza Sésamo, merece un aplauso de pie y nuestro más grande agradecimiento. Estaremos muy, muy pendientes de cómo lo hacen.
