El orgullo debe ser cosa de todos los días, no oportunidad de promoción de algo más. Cada año me sorprendo más de las marcas y las promociones que vienen pintadas de arcoíris cuando el resto del año la inclusión y el respeto para la comunidad LGBTT+ no es de ninguna manera parte de su agenda. Así que me he dedicado a preguntarle a grandes amigos que sí son parte de la comunidad su sentir al respecto. Personas que respeto mucho. Y quedé muy sorprendida por la variedad de respuestas.
“Ayuda a que deje de ser tabú”, me dijo una de mis personas favoritas. “Más allá de las intenciones de las marcas, el resultado en ese sentido me parece que tendrá saldo a favor con el tiempo”. Me pareció una respuesta interesante y valiosa, pero aquí mi trabajo es escuchar y aprender, así que también me llamó poderosamente la atención la respuesta de alguien más de la comunidad quien me dijo: “Yo ya no voy a la marcha. Estamos aquí para existir en paz, no para ser tomados como producto de consumo de algo más”. Y sí, solo basta con salir a las calles, ver redes sociales o cualquier comercial de estos días para saber a punta de arcoíris que eso es cierto también.
Sin embargo, al final creo que salimos ganando. Aunque la motivación de algunos sea buscar a un mercado target para su producto o posicionarse como buenos progresistas sociales, la visibilidad siempre ayuda. Es la comunidad la que tiene que decidir a quién quieren como padrinos, madrinas, patrocinadores o incluso causas hermanas (porque me parece que alguno anda muy confundido con temas del medio oriente). Pero cuando es una fiesta hecha para acabar con la injusticia, cuando sirve para que sepamos que todos somos y merecemos los mismos derechos, adelante. Aunque tengamos que ver a Alfredo Adame y otros extraños famosos desfilar por Reforma.
