Sé que sus verdaderos fans han estado ahí en sus conciertos aplaudiendo en primera fila. Los reseñistas serios han sabido reconocer lo bueno y lo malo, y muchas personas que viven para el caos en redes sociales están ahí, como muchos de ellos mismos admiten: “solo para ver los comentarios”. Pero lo cierto es que, opinemos lo que opinemos de los tiempos recientes en la carrera de Katy Perry, no es orgánico el odio que ha recibido en las últimas fechas.
Esto no es no porque no haya hecho cosas que pueden ser criticables. Pero ser menos joven que antes no es una de ellas. La crítica laboral y social se vale, y ahí están, desde el lanzamiento de su álbum Woman’s World no han sido los mejores tiempos para la cantante. Pero me queda claro, cuando veo la redacción, las reacciones, el empuje y el tono que muchos de estos posts tienen, que hay algo en común con los de otras mujeres que están siendo destruidas en redes. Hablo de Meghan Markle y de Blake Lively.
Queda claro que todas han hecho cosas que llaman la atención y no necesariamente para bien. Pero entre los comentarios que salen naturalmente de los internautas, hay campañas que se están montando en la tácita aprobación de la misoginia que tiempos como los de Trump y otros han traído al discurso público.
Muchas personas sienten que ya pueden burlarse de las mujeres, ser racistas o incluso amenazar de muerte a quienes son elegidas como las clickbaits del momento. La fama puede ser una porquería pues, así como es útil para trabajar, es poderosa cuando se trata de recibir ataques. ¿Eso nos entretiene estos días? La respuesta es sí.