Hay momentos en los que hay que regresar a ciertas películas. En los próximos días, mi intención es revisitar las siguientes, que hablan por sí mismas. Empiezo con Mank (David Fincher, 2020), que recuerda cómo William Randolph Hearst usaba todo su peso mediático para silenciar a Herman Mankiewicz y a Orson Welles cuando se escribió El ciudadano Kane. Algo parecido ocurre en Buenas noches y buena suerte (2005), aquella en la que Edward R. Murrow enfrenta —igual que en la anterior— al macartismo con un micrófono a sabiendas de lo que podía pasar. George Clooney, por cierto, acaba de llevarla al teatro.
¿Y vieron The Post (2017, Spielberg)? La historia de cómo Richard Nixon hizo todo lo posible para impedir la publicación de los papeles del Pentágono, con la verdad de Vietnam en juego. Y claro, hablando de Nixon, no podía faltar Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976), de la que hemos hablado tras la triste muerte de Robert Redford.
Ahora vámonos a Europa. En 1969, Costa-Gavras entregó Z, uno de los mejores thrillers políticos de todos los tiempos, con tantos ecos del mundo polarizado de hoy que asusta. Lo mismo me pasó con una de mis favoritas: Las vidas de los otros (Das Leven der Anderson, 2006), sobre la vigilancia de la Stasi en Alemania Oriental en los 80. Me impactó tanto que aún recuerdo en qué butaca estaba sentada cuando la vi hace casi 20 años.
Mi lista incluye grandes cintas mexicanas. Rojo amanecer (1989), que esperamos demasiado tiempo para ver en pantalla, y más cerca, La dictadura perfecta (2014), la sátira de Luis Estrada donde gobierno y televisión se confunden en un mismo aparato de censura y manipulación. No son todas, pero sí las que hoy quiero dejar sobre la mesa y pienso empezar a ver de nuevo este fin de semana. ¿A ustedes cuál cinta les gustaría revisitar estos días?