Estamos a tres días que se conmemore el día fatídico en el que las Torres Gemelas de Nueva York fueron derribadas y el mundo cambiara por siempre. Hoy, casi 20 años después, les quiero contar brevemente lo que se sintió estar en el Madison Square Garden el 20 de octubre de 2001, cuando se llevó a cabo un concierto que retumbó de manera conmovedora, hermosa y aterradora a la vez. Sobre todo para un par de mexicanos que logramos, no me pregunten cómo lo hizo mi acompañante, conseguir boletos para estar presentes en ese día histórico.
El concierto fue hecho para recaudar fondos y, sobre todo, para honrar a los rescatistas de Nueva York: bomberos, policías, paramédicos. Ellos eran quienes debían estar en el acto organizado por Paul McCartney, en realidad. Necesitaría horas para describir el minuto a minuto emocional y musical, porque estaban TODOS ahí. The Who (John Entwistle por ultima vez con la banda), David Bowie, Mick y Keith, Billy Joel, Destiny’s Child antes de la carrera solista de Beyonce, y todos los comediantes que se puedan imaginar: destacando en particular a Adam Sandler haciéndole una oda a Rudolph Giuliani, quien era el héroe del momento. Sí, ese mismo que vendió el alma a Trump. Aun no empezaban las guerras, en las banquetas había pánico por la idea de que la sal para derretir el hielo pudiese ser Antrax, la gente estaba conmovida y asustada. Era contagioso. Y aún era un momento auténtico de agradecimiento a quien se sacrificó. Fue antes de la comercialización bélica del terror. Fue una brecha en el tiempo que nunca volverá, pero fue y fuimos testigos.
@susana.moscatel
