No fue difícil leer en menos de dos días la biografía de Matthew Perry, Chandler para los amigos, porque verdaderamente es una frontal y conmovedora confesión de alguien que la mayoría de la gente que ha visto televisión cree conocer. Por supuesto que sabíamos que en algún momento el actor enfrentó los demonios de la adicción. Lo que no sabíamos era que desde los 14 años, cuando tomó su primera bebida, el tortuoso camino que las drogas le impondrían por décadas harían que su libro empezara: “Debería estar muerto”.
Y sí, hace tres años pasó semanas en coma por una oclusión intestinal, consecuencia de las inmensas cantidades de sustancias que consumió por años, mientras que su familia y seres amados esperaban, sabiendo que solo tenía 2 por ciento de oportunidad de sobrevivir. “¿Por qué sobreviví yo esa noche cuando tantos más no lo hicieron?”, se pregunta. La respuesta es la razón de toda esta conversación: “Tal vez porque tenía que contar que solo hay que sobrevivir un día más, cada día; para quien necesite saberlo”.
Si bien Amigos, amantes y la gran cosa terrible (siendo esa cosa las adicciones) es una dolorosa historia de adicción, no pierde el sentido del humor que el actor regaló a su más famoso personaje. Hay grandes historias de Friends, soledad, confusiones y solidaridad en esas páginas, y hay mucho más que podríamos contar al respecto.
Vale mucho la pena explorarlo con calma, sabiendo que están también las confesiones divertidas (su crush incesante con Jennifer Aniston), que al final es una historia de supervivencia. Y sí, aceptar que siempre un día a la vez no es una mala lección para nadie, sean cuales sean nuestros demonios.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel