Tony Iommi, guitarrista de Black Sabbath y Heaven and Hell trabajaba en las fábricas de Birmingham, en Inglaterra, desde su adolescencia. Para el músico era un trabajo absurdo, gris y pesado, pero el sitio en el que había nacido no le daba opciones. "Era una ciudad más enfocada a las acereras de lo que ahora significa Detriot", Iommi relata para VH1.
A los 17 años, Iommi se arrancó las puntas del dedo medio y del anular con una enorme máquina que prensaba acero y su único recuerdo, tras la imponente lluvia de sangre, fue despertar en el hospital con una cajita de cerillos con los pedazos de carne dentro. Su vida a partir de ese punto no volvería a ser la misma.
En su recuperación tuvo debates internos, entre los que estuvo dedicarse a tocar el acordeón como lo hacía su familia y abandonar la guitarra.
Finalmente, optó por el camino complicado, así que dejó el acordeón, la fábrica y se hizo unas prótesis para los dedos. Al instrumento le puso cuerdas de banjo, por ser más suaves, le quitó lo tenso de las cuerdas que le causaban dolor y perfeccionó las prótesis. El resultado: venció al instrumento y ni más ni menos que apadrinó el heavy metal.
Hace unos días, la música, que sería una motivación tan poderosa para Iommi, también lo sería para uno de los 10 finalistas anunciados por Google Impact Challenge.
El francés Nicolas Huchet se fabricó una prótesis de brazo con una impresora en 3D y ya antes había sido reconocido por el Massachusetts Institute of Technology (MIT). tras perder el brazo en un accidente laboral a los 19 años, muy semejante a la historia de Iommi.
"No soy ingeniero y no conozco mucho el MIT. Soy músico y conozco a Manu Chao, a Gilberto Gil", declararía, además de insistir en que las prótesis que hizo son open source, lo que evita la posibilidad de las patentes.
Dos ejemplos de vida en los que se debe exigir un mundo con mejores condiciones laborales, pero que, cuando parece que todo está perdido, el cielo es el único límite.
@soft_reyes