The Dead Weather lanzó la promesa de volver con un sonido recrudecido y aún más poderoso, tras de cinco años de ausencia de los escenarios; la mezcla de la vocalista Alison Mosshart, el pianista Dean Fertita, el bajista Jack Lawrence y el baterista Jack White ha servido como un fuerte pero fresco coctel dentro de las superbandas.
Dos momentos sobre Jack White: primero, el oriundo de Detroit arma un instrumento de cuerdas con una botella de vidrio; segundo, el músico toca una guitarra blanca que se ha llenado de sangre y que sigue coloreando en cada riff, al parecer sin notarlo, en una entrega absoluta, casi posesa hacia su instrumento. Esas estampas apenas delinean la personalidad del visceral chico que tocó con The Rolling Stones para los ojos de Martin Scorsese, en Shine a Light.
En It Might Get Loud, documental en el que convive con The Edge y Jimmy Page, se cuenta un poco del inicio de White en el negocio de la tapicería, lo que hizo de sus manos instrumentos resistentes para su otra pasión: la música. Ahí no hay el relato sobre su primer matrimonio con Meg White, con quien formaría The White Stripes, vestidos en blanco y rojo; con guitarra y batería; siendo esposos o hermanos, en una siempre supuesta relación incestuosa. O al menos ese es el mito que se les atribuye.
Aunque parecía ser eterna esa unión, el término de The White Stripes no fue la falta de éxito, pues ganaron todo lo ganable, hicieron tours enormes y fueron víctimas de los cóvers, sino se debió a los constantes ataques de ansiedad que hicieron que Meg, con sus largas ponytails, se retirará del escenario y, con ella, Jack echara puños de tierra sobre el proyecto.
Siempre con inquietud, Jack formaría The Raconteurs con Brendan Benson, Patrick Keeler y Jack Lawrence, los cuales tampoco se quejarían de poca fama ni de mala fortuna en dos discos que los pondrían como headliners en festivales importantes. De nuevo White sería el sepulturero al echarle unas paletadas de tierra y dejarlo en la agónica existencia del “no se sabe si seguirán”.
Con el anuncio del fin de su breve y prolífica carrera en solitario y el esperado resurgimiento de The Dead Weather, Jack desempolva, cual arqueólogo, una esperanza de que ahora sí se concrete el tercer disco de la superbanda y con él renazca de las cenizas una carrera tan salvaje como prometedora.
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