Es un día cualquiera, de esos a que a uno se le antoja volver a recordar los bellos momentos, y por qué no, volver a vivirlos a través de sus sentimientos; y hurgando ese viejo baúl, Carlota lo abrió, y lo primero que saco de él fue un juego de pluma y lapicero, aquel que le regalaron en su primer trabajo, con ellos firmó muchos papeles, permisos, altas de proveedores, cheques y hasta bajas de personal, le acompañaron un buen trozo de su vida profesional, Y por allá sacó una piedra pintada de colores hawaianos, que decía “¡Feliz día de la madre!” que le regaló uno de sus hijos hace ya muchos años, estuvo en su escritorio también algunos lustros. Después vino a sus manos su primer contrato de trabajo, bueno de este sí hace una eternidad, que lo firmó, precisamente con una bella pluma que le regaló un señor al que le tuvo mucho aprecio, se encontró también con ella. Ah caray, y esa tarjeta de presentación que tanto la acompañó, ya medio amarillita por la edad, se sentía orgullosa cuando se la dieron pues era su primer cargo como gerencia de un departamento. Posteriormente encontró varias cartas de distintos jefes: uno de ellos le informaba su nuevo incremento de sueldo, por su buen desempeño; otro le decía que era suyo aquel ascenso que tanto anheló; otra carta hablaba de que había que subir la productividad de la empresa, sonaba a un reclamo colectivo. La mente comenzó a retroceder en el tiempo y fue entonces como si viviera inmersa en aquellos años: recordó a sus amigos de ese entonces, encontró una tarjeta de alguno de ellos felicitándola por su cumpleaños, otra tarjeta venía haciéndole una broma, de esas que estuvieron de moda; cuando fue por primera vez mamá, y bueno también se topó con aquel borrador blanco ahora café, que le ayudó a corregir errores de importantes documentos. Increíble: encontró una pañoleta de terlenka medio fea, que nunca se puso pero que guardó y arrumbó en el olvido por tratarse de quien se la regaló; encontró un disquete de 3.5, en donde hurgándolo dio con su primer cv, y formatos que utilizó para llevar a cabo su trabajo que desempeñaba, así como de un agenda en donde anotaba sus compromisos diarios; también aparecieron los diplomas y reconocimientos que todos ellos son inolvidables, y continuó transportándose en el pasado a través de estos objetos tan llenos de vida, historia y valor.
Cuando regresó al presente, solo pensó en dos alternativas: revivir algunos recuerdos y traerlos al presente, o bien desecharlos definitivamente.
Y decidió mejor traer los recuerdos al presente, porque al fin y al cabo, el presente de ahorita son los recuerdos del pasado. ¡De ellos nos basamos para llevar a cabo nuestros sueños e ilusiones del futuro!
