Podría titular este artículo parodiando la famosa película del Viento, pero la carreta creo que se apega más a lo que narraré, ya que es un medio de transporte lento, pues es arriada por caballos. Hoy hablaremos de esos negocios que se van desquebrajando poco poco, porque el patrón original lo ha dejado caer o porque a sus herederos simplemente no los interesa, ya que “al fin da dinero” y piensan que lo seguirá haciendo durante toda la vida; pero no lo será así, si no reaccionan en tiempo y forma.
Una empresa que se deteriora y muere al final, puede ser por muchas razones, como:
•Las instalaciones no se mantienen actuales, simplemente no se amplían o reducen, no se cambian de lugar buscando y siguiendo al nuevo mercado, no se pintan y mantienen funcionales, el mobiliario sigue siendo el mismo de siempre.
•Los productos o servicios se siguen vendiendo a “los clientes de siempre”, hasta que estos se van y no vienen clientes nuevos, con ellos se mantiene a la mínima expresión, hasta que se va el último. Los ejes de la carreta van rechinando.
•A los patrones del negocio no les interesa la atención y presencia personalizada, alguien más lo hace por ellos, que son los que siempre abusan de esa situación; va caminando la carreta, el caballo ya tiene sed.
•No tienen nuevos proveedores, sino los de siempre, productos viejos y obsoletos, a precios caros; todo lo poco que tienen lo deben, ya una llanta de la carreta no da ni para atrás ni para adelante.
•Llegó el momento que ya no hay productos en inventario, simplemente le dicen a sus pocos clientes que es “por pedido solamente”, casi nadie les compra, solo los que están iguales a ellos, que creen solo en el pasado. El carro de la carreta se empieza a deshacer, solo queda el banco.
•El negocio colapsa, hay que entregar las instalaciones como prenda de pago, y cerrar las puertas; el caballo se zafó de sus retenes y salió corriendo.
•Dejando solo al encargado quien también salió detrás de él.
•Y los dueños se quedaron soñando en las grandes épocas de gloria y bonanza.
•Pero quizás algún día algún descendiente regrese con todo un rediseño de la empresa y de la marca propia a la época que se está viviendo, y vuelva a resurgir ese gran negocio que fundaron sus antepasados, ya no en carreta, sino con un súper auto.
La carreta rechina cada vez más, hay que cambiarla por nuevos modelos. ¡Arre, caballo!
Lo que la carreta se llevó
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Sergio Luis Naumov
Tampico /